La envidia ataca al objeto ideal, alterando el proceso de disociación normal de la posición esquizoparanoide, produciendo una confusión entre lo bueno y lo malo. Al no poder darse con éxito la disociación entre el objeto ideal y el objeto persecutorio, se imposibilita la introyección del objeto bueno, que es la base para la estabilidad psíquica. De esta manera se establece un círculo vicioso: la envidia impide una introyección adecuada, impidiendo con ello el goce y la creatividad, y esto, a su vez, aumenta la envidia. Este circuito constituiría una base para futuros trastornos psicóticos.
La envidia también puede acentuar la disociación entre el objeto idealizado y el objeto persecutorio, impidiendo su posterior integración y, con ello, el acceso a la posición depresiva.
Referencia
Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 128, 129.
Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495
diego.fernandezc@pucp.edu.pe
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