Teoría y Técnica

Teoría y Técnica

17 jun 2015

Psicosomática del corazón 3


«La teoría psicoanalítica (...) subraya que el motivo de la represión es impedir el desarrollo de un afecto penoso, cuya clave de inervación, ya configurada, se encuentra en lo inconsciente. En los casos que nos ocupan, en cambio, se trata precisamente de inhibir o coartar in status nascendi el proceso por el cual una excitación configura un afecto, debido a que el presentimiento o la preconfiguración de ese protoafecto permite "pre-ver" una insoportable penuria (...). El proto-afecto pre-sentido, de ser configurado, llegaría a constituir "algo que no tiene nombre", literalmente una ignominia, o, como se dice a veces, "algo ignominioso". Pero no con el significado literal de algo que es inefable pero puede ser agradable, sino, para referirse a lo que se presiente como tan "inconcebible", increíble, incalificable e indignante, que ni siquiera puede ser cabalmente sentido ni calificado con palabras. Explorando en la raíz etimológica (...) de la palabra "dignidad", comprobamos su identidad de origen con "decencia" y "decoro", que corresponden al significado de aquello que conviene, y es honorable  (también bello). Lo importante para el tema que nos ocupa reside en que de la palabra "decoro" deriva "condecoración", y que la condecoración, que aumenta el decoro, se coloca sobre el pecho, en el lugar del "noble" corazón, como si esto correspondiera a la percepción inconsciente de que la condecoración es la contrapartida de aquel estado "cardíaco" que denominamos ignominia. "Decoro" es también adorno u ornato. Suele decirse, irónicamente, ante el engaño vinculado a la infidelidad amorosa, que el amante engañado ha sido "adornado", como si se aludiera con esto, por contrafigura, a la ignominia implícita en la traición. La ignominia equivaldría a una degradación o pérdida de todo grado, decoro o condecoración. La degradación, lo mismo que la colación de grados o la condecoración, son ceremonias públicas. Para que la degradación constituya aquel estado que denominamos ignominia, es necesario que el sujeto que es objeto de ella se la "tome a pecho", es decir que se des-moralice, que experimente el sentimiento acorde con la degradación que le fue impuesta desde el exterior. Es también imprescindible que "la culpa" no pueda quedar, en su ánimo, definitivamente atribuida, y que la situación, al mismo tiempo, deba ser solucionada y sea "insoluble". (...) [Esto configura], en su conjunto, el conflicto más humanitario de cuantos cabe concebir. Por eso no debe extrañarnos que la enfermedad cardíaca quede asociada permanentemente a la idea de una muerte noble.

(...)

La presencia de un suficiente incremento tanático en la pulsión implicada permitiría comprender, frente a una fantasía común las diferencias que, en las cardiopatías isquémicas, configuran el gradiente que va desde la angina al infarto. La muerte adquiría el significado de una reacción frente a un tipo de ignominia que no sólo no debe sentirse, sino que tampoco se debe vivir. Cuando esta ignominia debe "lavarse con sangre", nos encontraríamos con la rotura cardíaca, en la cual aparece el elemento "crueldad" (Cruor: sangre derramada...).»

Chiozza, Luis. "Las cardiopatías isquémicas. Patobiografía de un enfermo de ignominia".

14 jun 2015

Psicosomática del corazón 2

«Hace algunos años (...) establecimos, con respecto a la relación entre las emociones y el corazón, tres conclusiones:

1) La emoción, como descarga motora vegetativa, es un proceso en el cual el elemento vasomotor tiene una participación tan preponderante que, de acuerdo a las leyes inconscientes que rigen a los procesos de representación, este elemento puede, y suele, arrogarse la representación de la emoción completa.

2) El corazón, por su origen, es un vaso modificado hasta el punto de llegar a ser el que más completamente se ha desarrollado. Por este motivo el corazón es el órgano más adecuado para arrogarse la representación de las emociones en general, mientras que otros órganos se adjudican la representación de las distintas emociones particulares. Su ritmo se presta especialmente para otorgar un "tono" afectivo, un particular acento, o importancia, a cada instante que se vive. En otras palabras: el "tono" del afecto que se está viviendo, se asocia a la percepción inconsciente de un particular ritmo o "marcapaso" cardíaco. El corazón, por lo tanto, se arroga la representación general de los afectos, pero, sobre todo, la representación del tiempo primordial, que es el tiempo del instante cualitativamente teñido por un tono afectivo que le otorga importancia. Podemos decir, entonces que el corazón es, respecto al tiempo, lo que el ojo respecto al espacio.

3) Si el corazón -debido a su importante participación en la conmoción vegetativa que llamamos emoción- se arroga la representación general de los sentimientos, puede también, por la misma razón, representar, en general, los proto-afectos: aquellos estados afectivos inefables que denominamos des-concierto afectivo (...). Cuando decimos que el corazón "recuerda" o pre-siente, es porque le adjudicamos la representación de un protoafecto. Dado que los protoafectos, en condiciones normales, tienden a desarrollarse como sentimientos que son nuevos para la persona que experimenta ese proceso, podemos decir también que el corazón puede representar esa particular integración por la cual "nacen" los distintos afectos.»

Chiozza, Luis. "Las cardiopatías isquémicas. Patobiografía de un enfermo de ignominia".