Teoría y Técnica

Teoría y Técnica

31 oct 2014

Psicoanálisis de los sueños 25: nacimiento


«(...) suponiendo, como parece muy probable, que el niño tenga percepciones intensas durante su parto, dicho suceso, tan traumático, de obrar de algún modo, debe favorecer enérgicamente el desarrollo de ideas referentes a la realidad exterior, como siendo ésta algo que obra tan fuerte, continuamente y durante un largo tiempo sobre el individuo, presentando además la característica de no poder ser rehuida (...), ya que es imposible no pasar por el acto del nacimiento. Las huellas profundas -angustia- que el trauma intenso del nacimiento deja en el psiquismo de todo individuo, tienen que ser valoradas como una muestra de la gran trascendencia de esta primera situación, en la que la realidad exterior manda estímulos molestos, persistentes e inevitables. Se trata, por lo tanto, de una realidad exterior que actúa sobre el psiquismo del individuo de un modo totalmente opuesto a como lo supone la teoría de Freud acerca de la génesis del juicio de realidad, coincidiendo, en cambio, con lo admitido en la teoría aquí expuesta

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 135.

8 oct 2014

Psicoanálisis de los sueños 24: desarrollo del juicio de realidad

«No hay duda de que el yo, mediante un acto, es capaz de rehuir un estímulo de origen exterior, que causa una percepción molesta, haciendo, además, con dicho acto, que la percepción del estímulo exterior sea sólo momentánea, lo que no parece posible en el caso de percepciones endógenas. Tanto es así, que en psicoanálisis se afirma, con razón, que justamente una de las facultades del yo es su capacidad para actuar sobre la realidad exterior modificándola -aloplastia- y hacerla más apta para satisfacer los deseos del individuo. Sin embargo, el problema no es tan sencillo como parece y hay que observar más de cerca esa facultad de actuar frente a lo exterior, para darse cuenta de si ella existe en todas las circunstancias y, sobre todo, en todas las edades. Haciendo esto, nos daremos cuenta de que modificar la realidad exterior es ciertamente una facultad del yo, pero solamente de un yo ya desarrollado y en posesión de un organismo apto para efectuarlo. No es, ni mucho menos, lo que ocurre en el caso aquí estudiado, como es precisamente el de un niño al comienzo de su vida, cuando está creando y desarrollando su juicio de realidad. En esta situación infantil la citada aloplastia no existe. Precisamente sucede lo contrario: dicho niño se encuentra tan indefenso o más, frente a los estímulos de la realidad exterior, que frente a sus tendencias o sensaciones interiores. En efecto, las molestias que aquella realidad exterior le causa, como frío, humedad desagradable o el pinchazo de una aguja en sus pañales, no pueden ser vencidas por él mediante actos musculares adecuados, lo mismo que tampoco puede vencer su hambre mediante el acto, para él imposible, de ir en busca del alimento deseado.

 
En ambas situaciones, lo único que el niño puede hacer es reaccionar con pataleos y llantos, es decir, con reacciones indirectas, llamando así la atención de una persona adulta, para que ésta le libre de su molestia exterior o interna. De lo que se debe deducir que la posibilidad de rechazo de la realidad exterior no pueda servir de base al niño pequeño para la génesis de su juicio de realidad. Y esta importante función discriminativa se crea y desarrolla en el niño pequeño y no en el adulto.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 134.

23 sept 2014

Psicoanálisis de los sueños 23: lo interno es rechazado por las contracargas

«De la existencia por parte del yo de un rechazo mayor de lo intrapsíquico que de aquello que proviene del exterior, depende el hecho, tan notable y tan extraño, de que la psicología haya sido la ciencia que más ha tardado en desarrollarse. Se puede decir que hasta Freud, es decir, hasta el siglo actual, no ha habido una verdadera ciencia psicológica. Como el interés primordial del individuo se dirige hacia sí mismo, la psicología hubiese sido la primera y la más perfecta de todas las ciencias, de no existir este rechazo intenso de lo endógeno (...).»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 132.

 

17 sept 2014

Psicoanálisis de los sueños 22: Juicio de realidad: teoría inversa

Continuando con la selección de citas de "Psicoanálisis de los sueños", aclaramos que la cita que presentamos a continuación no se va a entender si no se lee previamente la última entrada que publicamos acerca de este libro. Sin más que aclarar, aquí dejamos la cita de hoy:

«Es ésta una teoría perfectamente lógica y comprensible [se refiere a la teoría del juicio de realidad, referida en la entrada anterior] (...). (...) parece muy poco razonable modificarla, tanto más si se intenta, como haré, mantener la teoría contraria, afirmando que el yo juzga como de origen interior a aquellas percepciones que puede rehuir, y que, por el contrario, le son exteriores, en su origen, aquellas percepciones que no puede evitar. Afirmar esto significa sostener una teoría que, a primera vista, produce la impresión de carecer de todo fundamento racional y que tiene el aspecto de un puro contrasentido. Sin embargo, hay datos psicológicos que la hacen muy verosímil y que se oponen a la teoría primitiva (...).

El fundamento (...) de mi teoría lo constituye el hecho, bien conocido en psicoanálisis, de la presencia en el yo de un tipo determinado de energías psíquicas, denominadas contracargas, que actúan rechazando contenidos psíquicos en su camino al sistema (pre) consciente (...). Tengamos en cuenta esto ahora, para nuestras comprobaciones, y comencemos pasando revista a algunos estados psíquicos, en los que el juicio de realidad está alterado, como son los que presentan alucinaciones, ya que la alucinación consiste (...) en juzgar de origen exterior aquello que proviene del interior del psiquismo.



Ante todo, examinemos la neurosis traumática (...). Sabemos que durante el trauma causante de una neurosis traumática, una gran cantidad de estímulos penetra en el psiquismo del individuo, por haber sido vencida la resistencia del llamado, en psicoanálisis, "protector contra estímulos". Ello provoca en el yo una gran reacción, con intensas cargas psíquicas. Ahora bien, en la neurosis traumática esta reacción psíquica al trauma no puede ser dominada por el yo de un modo normal, como tendría que ser empleando contracargas suficientemente enérgicas para sujetar y regularizar las diferentes cargas desencadenadas por el trauma. En efecto, en la neurosis traumática ocurre que la considerable carga energética de las reacciones psíquicas al trauma es superior al poder regulador del yo con sus contracargas. En esta situación psicológica, de intensidad exagerada de estímulos, debe residir el motivo de la presentación de las alucinaciones típicas de esta enfermedad. Por ello en su neurosis traumática el individuo se conduce no percibiendo conscientemente como recuerdo el trauma que ha sufrido, sino teniendo ataques en que alucina nuevamente el trauma, creyendo que lo vuelve a sufrir realmente.

(...)

No pudiendo ser suficientemente rechazadas, las cargas intensas, originadas interiormente en los días sucesivos al trauma, son percibidas erróneamente (...) como provocadas por un nuevo estímulo exterior, que no existe. Se presentan así (...) alucinaciones, que es necesario explicar mediante un mecanismo contrario al mencionado en la teoría psicoanalítica primitiva del juicio de realidad. Efectivamente, (...) el sujeto considera erróneamente como exterior -alucina- lo estimulado interiormente, que no puede rechazar por los equivalentes psíquicos de actos musculares, que son las contracargas. En cambio, según la teoría psicoanalítica primitiva del juicio de realidad, lo no rechazable debería provocarle justamente el juicio contrario, de ser de origen intrapsíquico.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 128 - 130.

1 sept 2014

Condicionamiento instrumental: cambios en la naturaleza y cantidad del reforzador

Después de 21 entradas dedicadas a "Psicoanálisis de los sueños" de Ángel Garma, vamos a hacer un paréntesis para dedicarle una entrada a otro tema: la psicología del aprendizaje. Este texto proviene de un libro llamado "Principios de aprendizaje y conducta", de M. Domjam.

Después de dar detalles técnicos acerca de los experimentos de R. L. Mellgren, en donde se ve cómo las ratas condicionadas modifican su comportamiento si se les mejora o empeora la recompensa, Domjam dice:

«Los resultados que obtuvo Mellgren ilustran el fenómeno del contraste sucesivo positivo y negativo. El contraste positivo se refiere a una elevada respuesta por una recompensa favorable resultado de una experiencia anterior con una consecuencia menos atractiva. De un modo más informal, la recompensa favorable les parece especialmente buena a los individuos que experimentaron previamente una consecuencia peor. El contraste negativo se refiere a una respuesta disminuida por una recompensa desfavorable debido a una experiencia anterior con una consecuencia mejor. En este caso, la recompensa desfavorable les parece especialmente mala a los individuos que han experimentado previamente una recompensa mejor.



(...) todos los efectos de contraste ilustran que la efectividad de un reforzador en una situación está determinada en parte por las experiencias del organismo con reforzadores en otras situaciones. Por razones que no están totalmente claras, el contraste negativo se ha obtenido de forma más clara que el contraste positivo. El contraste negativo se ha atribuido tradicionalmente a los efectos aversivos o frustrantes que supone la obtención de una recompensa inesperadamente pequeña. Estudios con drogas ansiolíticas, sin embargo, sugieren que los efectos emocionales de un cambio a peor en el valor de la recompensa no se dan inmediatamente. Lo que se suele pensar es que un cambio a peor en la magnitud de la recompensa activa una serie de cambios cognitivos y conductuales. El encuentro inicial con la recompensa inesperadamente pequeña activa respuestas exploratorias y de búsqueda que podrían conducir al encuentro de una mejor fuente de comida. El desencanto emocional se establece cuando las respuestas de búsqueda no tienen éxito y el sujeto tiene que conformarse con la recompensa pequeña. Esto es entonces seguido por una acomodación a la continua disponibilidad de sólo una respuesta pequeña.»

Domjam, M. (2007). Principios de aprendizaje y conducta. Madrid: Thompson. Página 145.

27 ago 2014

Psicoanálisis de los sueños 21: juicio de realidad



«Tenemos, pues, que establecer ciertas diferencias entre las imágenes psíquicas exógenas y las endógenas. Al aplicar esta diferencia a las imágenes citadas, con la finalidad de valorarlas, efectuamos el denominado juicio de realidad y llamamos real o imagen real a la que procede del estímulo exterior y no real a la estimulada interiormente en pensamientos o fantasías.

La discriminación entre imágenes exógenas y endógenas no se establece sencillamente por su distinta intensidad o corporeidad, ya que hay percepciones del exterior débiles y confusas que, sin embargo, podemos separar netamente de otras de origen interior, pero más precisas a nuestro psiquismo. El juicio de realidad debe descansar sobre diferenciaciones psíquicas de otro tipo.

Se admite corrientemente en psicoanálisis, siguiendo a Freud, que el juicio de realidad de una percepción se origina al aprender el yo a distinguir entre los dos tipos de percepciones, basándose para ello en su duración y sobre todo en la posibilidad o no de reaccionar con alejamiento. Explicándolo en casos concretos: el yo puede evitar la percepción, de origen exterior, de un pinchazo en la mano, retirando la mano de la proximidad de la aguja; en cambio, frente a una percepción proveniente del interior, como es el hambre o la tristeza, el yo no tiene dicha posibilidad de huida. Por lo tanto, esta capacidad de rehuir o no ciertas percepciones es la que fundamentaría, en el yo, la distinción importante y necesaria entre lo que es de origen interno y lo externo: es lo que constituiría la base del juicio de realidad.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 126, 127.

4 ago 2014

Psicoanálisis de los sueños 20: una teoría sobre el origen de los sueños debe aclarar el porqué de la alucinación onírica



«En el capítulo anterior procuré demostrar cómo lo esencial en la génesis de los sueños no es la satisfacción de deseos. Esto último tampoco es lo característico de los sueños, porque satisfacciones de deseos, según la teoría psicoanalítica, se hallan en la base de cualquier fenómeno psíquico, normal o patológico. De ahí que definir el sueño como satisfacción de deseos es lo mismo que querer caracterizar, por ejemplo, el hígado, diciendo de él solamente que es un conjunto de células. Tampoco sirve para especificara los sueños la definición de satisfacción «deformada» de deseos, ya que exactamente eso ocurre también en síntomas neuróticos o perversos. Lo único que diferencia los sueños de estos otros fenómenos psíquicos es su aspecto alucinatorio. O sea, que la alucinación es lo característico de los sueños, así como la conversión lo es de los síntomas histéricos y la organización orgástica alrededor de un instinto parcial lo es de las perversiones. Por lo tanto, una teoría sobre la génesis de los sueños debe aclarar ante todo el porqué de la alucinación onírica.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 126.

2 ago 2014

Psicoanálisis de los sueños 19: resumen de la teoría de la situación traumática


«Resumiendo ahora las observaciones puedo concluir:

1. El sueño parte de una o de varias situaciones desagradables que el sujeto es incapaz de dominar o elaborar de un modo normal, y que, siguiendo a Freud, he llamado situaciones traumáticas.

2.  En el sueño el sujeto está psíquicamente fijado a estas situaciones traumáticas.

3. El sueño es una tentativa, generalmente eficaz, de vencer el desagrado psíquico originado por las situaciones traumáticas.

4. La tentativa de vencer el desagrado psíquico se suele efectuar mediante la satisfacción de deseos.

5. El aspecto alucinatorio del sueño se debe al influjo de las situaciones traumáticas y no al influjo de los deseos que se satisfacen.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 123, 124.

28 jul 2014

Psicoanálisis de los sueños 18: los sueños pueden reavivar situaciones traumáticas pasadas


«El sueño tiene por base una o varias situaciones traumáticas. Una situación traumática, a su vez, puede reavivar otra situación traumática análoga, pero no actual, sino perteneciente a épocas pasadas del sujeto.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 123.

27 jul 2014

Psicoanálisis de los sueños 17: buscar la situación traumática a la hora de interpretar sueños

Esta pequeña cita va dirigida a la aplicación de la técnica en la psicoterapia y está basada en la teoría de la situación traumática del autor. Esta teoría la presentamos con detalle en la entrada anterior.

«En la interpretación de los sueños se debe intentar hallar la situación traumática fundamental (o las situaciones). Para ello hay que tener bien en cuenta la psicología del (...) [paciente] y saber, además, que en él puede obrar traumáticamente un deseo que en (...) [otra persona normal produciría] placer.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 122.

24 jul 2014

Psicoanálisis de los sueños 16: la situación traumática origina los sueños

Esta entrada va a ser un poco diferente. Vamos a sintetizar una teoría que da Ángel Garma en la obra que venimos citando. Esta teoría requiere algunas citas textuales y cierto ordenamiento. No basta una corta cita textual para que quede clara.

En esta teoría, Garma afirma que los sueños (todos ellos) son originados por una situación traumática. De esta forma complementa la teoría explicativa clásica del psicoanálisis que afirma que los sueños son formas alucinatorias de satisfacer deseos.

«En mi opinión, la situación traumática interviene no solamente en los sueños de las neurosis traumáticas y en los sueños que reproducen ciertas situaciones traumáticas infantiles, sino también en todos los sueños. Creo que la existencia de una situación traumática es un factor importantísimo en la génesis de los sueños, posiblemente el factor más importante de todos.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 112.

Para fundamentar esta teoría, Garma se vale de dos cuestiones (la numeración es nuestra):

1) «Estudiando los sueños de una persona, se observa la gran frecuencia como su contenido es desagradable. La observación fue hecha ya en el año 1891 por Debacker, en sueños de niños, y fue repetida en adultos por S. Weed y F. Haller en el año 1895; según estos últimos autores el 58% de los sueños de adultos son desagradables.

En sí, la observación anterior no es una objeción insalvable a la citada teoría psicoanalítica, ya que sueños desagradables, al ser interpretados, pueden señalar la satisfacción de deseos. La existencia dentro de la personalidad de instintos molestos al yo, la intervención del masoquismo y asimismo la existencia del superyó, pueden explicar la aparente objeción.

Pero la explicación citada deja algún descontento, sin que se sepa por qué. Parece como si, aun conociendo todos estos últimos motivos, no se explicase por completo la frecuencia del carácter desagradable del sueño. Estudiando sueños ajenos y propios e interpretándolos, se tiene la impresión de que el sueño se siente atraído hacia lo desagradable o hacia lo penoso.»

Ibid. Página 113.

2) «Hay otro fenómeno extraño en relación con la teoría de la satisfacción de deseos. Es la frecuencia con que la satisfacción instintiva del sueño es poco intensa. El sueño suele ser cobarde en la realización de la satisfacción.»

Ibid. Página 114.

Garma explica su propuesta de la siguiente forma:

«En el origen de los sueños suele hallarse una situación desagradable para el sujeto, que el sueño intenta corregir. A esta situación se la puede designar con el nombre de situación desagradable, situación angustiosa, situación de conflicto psíquico, situación traumática, o con algún término análogo. Teniendo en cuenta una definición de Freud, me parece que el término más adecuado es el de situación traumática. En efecto, Freud llama vivencia traumática a aquella que ocasiona, en poco tiempo, una intensidad tan grande de excitaciones psíquicas que el sujeto no puede librarse de ellas o elaborarlas de un modo normal corriente. Son éstas las características de la situación desagradable que constituye el origen de los sueños, es decir, la incapacidad del sujeto de librarse de excitaciones demasiado grandes o de elaborarlas de modo normal.»

Ibid. Página 117.

«(...) Por otra parte, el admitir la existencia de una fijación a una situación traumática en los sueños, no invalida la teoría de la satisfacción de deseos. Más bien completa esta teoría, señalando un punto que es necesario tener en cuenta para la interpretación. No solamente no invalida la teoría de la satisfacción de deseos, sino que le da mayor fuerza, por el siguiente motivo. Comparando el contenido latente con el contenido manifiesto del sueño y con la excepción de los sueños de la neurosis traumática, se observa que la situación traumática, que forma la base del contenido latente, es transformada, en el contenido manifiesto, en un (sic) situación agradable o, por lo menos, en una situación menos desagradable o indiferente. Es decir, que en la elaboración del sueño ha habido una clara evolución en el sentido de la satisfacción de un deseo.

La existencia de una situación traumática fundamental explica el porqué de la cobardía del sueño en sus tentativas de satisfacer deseos. El sueño es incapaz de atreverse mucho en el camino de la satisfacción, justamente porque el sujeto está psíquicamente fijado a la situación traumática. Sin esta fijación, la satisfacción de deseos en el sueño sería más intensa.»

Ibid. Páginas 120, 121.

16 jul 2014

Psicoanálisis de los sueños 15: sueños originados por situaciones traumáticas

 
«Según Freud, el sueño es una satisfacción de deseos inconscientes. Ni los sueños de angustia, ni los sueños masoquistas, ni tampoco los que representan un castigo del superyó, se oponen teóricamente a esta concepción psicoanalítica.

Sin embargo, hay un tipo de sueños que parece ser una excepción, (sic) Son los sueños de las neurosis traumáticas. Cuando una persona ha sufrido un shock psíquico intenso - caso relativamente frecuente en épocas de guerra - sus sueños son una reproducción monótona de las sensaciones desagradables experimentadas en el momento del trauma. En tal reproducción de la situación traumática en los sueños no existe deseo alguno que se satisfaga alucinatoriamente.


Hay también otras excepciones. Con gran frecuencia se observa en sueños la presencia de vivencias desagradables olvidadas, que ocurrieron en la infancia del sujeto y que tuvieron un influjo traumático en su evolución psíquica. Si con mucha frecuencia los sueños reproducen dichas vivencias traumáticas infantiles, ello contradice también la teoría de la satisfacción del deseo. Sin embargo, no es del todo así, ya que muchas veces, en tales sueños, la situación traumática infantil aparece modificada en el sentido de la satisfacción del deseo.

No es partidario Freud de la idea de que la excepción confirma la regla. Lo más que se puede admitir - dice - es que la excepción no invalida la regla. Teniendo en cuenta las excepciones anteriores, en las que falla la supuesta función del sueño, Freud ha introducido una pequeña modificación en la teoría psicoanalítica. En vez de decir que el sueño es una satisfacción de deseos, afirma que el sueño es una tentativa de satisfacción de deseos.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 112.

29 jun 2014

Psicoanálisis de los sueños 14: períodos de sueños

«Se repiten dichos momentos de soñar varias veces durante una misma noche, porque hay como ciclos en los que un dormir profundo sin sueños se alterna con  un dormir superficial con sueños. La duración media de cada ciclo suele ser de 90 minutos y la de los movimientos oculares rápidos de 20 minutos. Es decir que en una noche corriente suele haber 5 o 6 períodos de soñar, que ocupan alrededor de un 20% del tiempo de la totalidad del dormir. O sea que los individuos suelen soñar cinco a seis veces por noche, a pesar de que por la mañana al despertarse no recuerdan ningún sueño o solamente uno o dos. Durante la noche, si se despierta el individuo, ya a los pocos minutos de haber cesado sus movimientos oculares rápidos, lo más frecuente es que ya haya olvidado su sueño anterior.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 66.

6 jun 2014

Psicoanálisis de los sueños 13: sueños de comodidad

 
«Sin hacer una generalización demasiado extensa, se puede decir que todos los sueños son sueños de comodidad. Varias son las causas que pueden interrumpir el dormir del sujeto: las unas de origen psíquico, las otras físicas. Entre las primeras, por un lado, los deseos instintivos, que pretenden su satisfacción inmediata. Por otro lado se hallan las preocupaciones, los proyectos, los propósitos, los problemas no resueltos del día, que, cuando están cargados de afectos intensos, no permiten dormir. También pueden interrumpir el dormir, ya molestias orgánicas, como un dolor intestinal, o bien factores exteriores, como el sonido de un despertador.

El sueño pretende tranquilizar a todos estos enemigos del dormir. Las molestias orgánicas suelen ser incluidas en el sueño de moto tal, que el sujeto, mediante una interpretación errónea, pero cómoda, de las mismas, se engaña (...).

Aun en los sueños originados por molestias orgánicas o exteriores intervienen sobre todo las características psicológicas del sujeto, dado que el excitante es interpretado según estas características. El excitante sólo es capaz de crear un sueño en tanto se refleja en los pensamientos latentes y mediante la ayuda de un deseo inconsciente. Psicológicamente estos sueños no se diferencian de los demás, y su interpretación conduce a los mismos resultados.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 65.

18 may 2014

Psicoanálisis de los sueños 12: sueños de comodidad


«El deseo inconsciente y los pensamientos latentes son los materiales del sueño y asimismo los factores de su formación. ¿Existe algún factor más? Sí, el deseo de dormir del sujeto. El que sueña no quiere despertarse.

Hay sueños en los que el influjo del deseo de dormir aparece con suma claridad. Se les suele designar con el nombre de sueños de comodidad. En ellos el soñante efectúa algo que debería llevar a cabo realmente. Es el caso de una persona a la que llaman por la mañana para que se levante del lecho y sueña que se encuentra ya en el lugar del trabajo, realizando su obligación cotidiana.

La significación del sueño es fácil de encontrar. En el sujeto luchan dos tendencias: una de ellas es un sentimiento del deber, que pretende hacerle abandonar el lecho; la otra, es el seguir disfrutando del bienestar del momento. El sueño anterior satisface las dos tendencias: hace que el sujeto siga durmiendo, pero soñando que cumple son su deber.

Lo mismo ocurre en sueños que satisfacen necesidades orgánicas, como el hambre o la sed (...).


Siendo la satisfacción otorgada por el sueño solamente alucinatoria y no real, ocurre muchas veces que, a la larga, el sueño no puede cumplir con su cometido y el soñante finalmente tiene que despertarse, obligado por la necesidad orgánica. Pero no siempre es así; algunos sueños conducen a la satisfacción real. Piénsese, por ejemplo, en los sueños de excitación genital. En su contenido manifiesto hay escenas amorosas, más o menos encubiertas. Si se presenta una polución, el instinto se apacigua y el sujeto sigue durmiendo, ya sin sueños. Análogos son los sueños de los enuréticos nocturnos, cuando sueñan que se encuentran en lugares propicios. Si el sujeto se despierta posteriormente, ello se debe a temores o a molestias secundarias. Pero también en estos sueños de comodidad o de eyaculación hay deseos inconscientes importantes que no aparecen en los contenidos manifiestos.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 64, 65.

2 abr 2014

Psicoanálisis de los sueños 11: pensamientos latentes y deseos inconscientes


«Con ayuda de una comparación, Freud explica la relación existente entre los pensamientos latentes y el deseo inconsciente. El sueño es como una empresa comercial en que intervienen dos socios distintos: el socio industrial, que suministra la idea de la empresa, y el socio capitalista. El problema se complica, tanto en la empresa comercial como en el sueño, porque a veces el socio industrial posee también un pequeño capital y otras veces el socio capitalista posee alguna que otra idea interesante. En ocasiones son varios los socios industriales y uno solo el capitalista o viceversa. En el sueño hay que tener en cuenta todas estas complicaciones que, por otra parte, no deben extrañar, ya que los fenómenos psíquicos, como los biológicos o los financieros, no suelen ajustarse a un esquema.»


Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 64.

25 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 10: pensamientos latentes y deseos inconscientes

«En todos los sueños de adultos intervienen estos dos factores: pensamientos latentes y deseos inconscientes. Según Freud, el sueño es siempre la satisfacción (deformada) alucinatoria de un deseo inconsciente (reprimido), a través de los pensamientos latentes. Uno de estos dos factores es incapaz por sí solo de constituir un sueño; el deseo inconsciente, porque necesita una representación en que manifestarse; los pensamientos latentes, porque necesitan la energía del deseo inconsciente.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 63, 64.

13 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 9: el deseo inconsciente

«Hay además otro factor que interviene  regularmente en la génesis de los sueños: un deseo inconsciente (o varios). Suele tratarse de un deseo reprimido, poco moral y de tipo infantil. Para manifestarse en el sueño, el deseo inconsciente necesita apoyarse en los pensamientos latentes, a los que a su vez suministra la energía necesaria para poder constituir el sueño.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 63.

11 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 8: lo reciente y lo infantil

«Es fácil de comprender que el contenido manifiesto del sueño elija algo reciente e indiferente para representar pensamientos latentes importantes, que han sido rechazados por la censura. Lo reciente importante tiene demasiadas conexiones psíquicas que precisan su forma, para que pueda servir para representar otros pensamientos asimismo importantes. En cambio, lo reciente indiferente puede recibir fácilmente conexiones psíquicas, que lo modifican y unen su significado a lo importante reprimido.

El sueño prefiere lo reciente. Lo opuesto a lo reciente es lo infantil. Pues bien, el sueño también tiene predilección por lo infantil.  Lo demuestra el análisis de los sueños, en los que se encuentran  con  suma frecuencia pensamientos relacionados con sucesos infantiles, muchas veces conscientemente olvidados. Pero hay una diferencia en la forma de presentarse lo reciente y lo infantil en los sueños. Lo reciente busca el contenido manifiesto, y en cambio lo infantil existe en los pensamientos latentes, y solamente gracias a una alusión suele hallarse representado en el contenido manifiesto. Es tan grande la importancia de lo infantil en el sueño, que Freud aventura la hipótesis de que todo sueño descansa sobre dos bases distintas, una de ellas situada en lo presente y la otra en lo infantil.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 63.

10 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 7: pensamientos latentes, censura y contenido manifiesto

«La mayoría de los sueños de adultos son incomprensibles para el sujeto. Aún más. Estudiando la interpretación que el sujeto otorga al sueño, que cree haber comprendido, se suele ver que esta interpretación es errónea. Pero la sensación de extrañeza que el sueño produce se debe sólo en parte a la falta de comprensión. También sólo en parte intervienen en este fenómeno la condensación, el desplazamiento y el simbolismo. La sensación de extrañeza proviene, sobre todo, de que los pensamientos latentes que originan el sueño son pensamientos que el sujeto no quiere confesarse. El sueño es generalmente un enmascaramiento de pensamientos latentes que el yo no quisiera ver.

Ciertos pensamientos latentes y capaces de originar un sueño pasan al contenido manifiesto y otros no. Podemos suponer que existe una fuerza psíquica, situada entre los pensamientos latentes y el contenido manifiesto, que tiene por objeto hacer una selección. Para designarla, el psicoanálisis emplea el nombre de censura, por su analogía con la censura que se realiza en la redacción de los periódicos en los tiempos difíciles de una nación. La censura del sueño solamente permite el paso a los pensamientos que llenen una serie de condiciones que hacen que el yo los acepte.

Los pensamientos rechazados intentan abrirse paso nuevamente enmascarándose, y lo consiguen. Para ello emplean los procesos descritos del desplazamiento y la simbolización. Este mismo enmascaramiento de pensamientos, que provienen de la vida instintiva, interviene también en el origen de las neurosis. De ahí que la génesis del sueño muestre grandes analogías con la génesis de los síntomas neuróticos (...).

La condición que los pensamientos latentes deben reunir para pasar al contenido manifiesto es no ser inmorales. No ser inmorales en relación con la moral propia del sujeto, con su superyó inconsciente. Hay pensamientos inmorales desde el punto de vista colectivo y que un sujeto se tolera con perfecta tranquilidad, y otros pensamientos que, desde el punto de vista social, son inocentes y que en el sujeto despiertan intensos remordimientos (...). Al interpretar los sueños se debe procurar descubrir cuál es la moral especial del soñante (...), procurar descubrir la forma propia del superyó del sujeto, viendo cuáles son los pensamientos rechazados por la censura del sueño. Dicha censura del sueño es una manifestación del superyó.

La transformación en imágenes, la condensación, el desplazamiento, el simbolismo y la elaboración secundaria son las transformaciones que sufren los pensamientos latentes al convertirse en el sueño propiamente dicho (...).»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 61, 62.

8 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 6: elaboración secundaria

«¿Qué otras transformaciones intervienen en la formación del contenido onírico manifiesto? Además de la representación plástica, la condensación, el desplazamiento y la simbolización, ¿existe algún otro proceso en la elaboración del sueño? Sí; el que se conoce con el nombre de elaboración secundaria, cuya función es perfeccionar el sueño desde el punto de vista de la consciencia. En términos corrientes, se puede decir que la elaboración secundaria da los últimos retoques al sueño, para hacerlo más preciso y más comprensible en su aspecto exterior.


La elaboración secundaria es análoga a una función que interviene en nuestras percepciones, cuando se convierten en representaciones. Supóngase, por ejemplo, que tenemos ante nuestros ojos la figura geométrica llamada cubo. En una percepción corriente de este cuerpo solamente se ven tres de sus caras. Sin embargo, por su disposición deducimos que deben existir tres caras más; nos figuramos estas tres caras ocultas, que reunidas con las anteriores nos dan la representación de un cubo. Nos figuramos, pues, algo que no vemos y ello mediante una elaboración secundaria que sintetiza nuestras percepciones con ayuda de recuerdos de percepciones anteriores. La elaboración secundaria interviene también en la visión del movimiento en el cinematógrafo, cuando, al observar imágenes sucesivas de un cuerpo en diferentes posiciones, suponemos que se ha desplazado de una posición a otra.

La elaboración secundaria es, a veces, causa de error en la percepción. Es lo que ocurre, por ejemplo, cuando dejamos de percibir un error de imprenta en la lectura de un libro. Este error de imprenta alteraría el conjunto armónico de nuestra lectura y por eso lo eliminamos sin darnos cuenta (...).

En el sueño, la elaboración secundaria procura formar un contenido manifiesto armónico y sin contradicciones (...).»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 59, 60.

3 mar 2014

Psicoanálisis de los sueños 5: dándole significado a los sueños


«Si el número de símbolos es muy grande, en cambio no lo es el número de ideas que tienen una traducción simbólica en los sueños. Las ideas simbolizadas se refieren sobre todo a la genitalidad, y después al nacimiento, a la muerte, al propio yo y a los parientes más próximos (...).

Emperadores, reyes, jefes militares o políticos, gobernantes, maestros, patrones y, en general, personas dotadas de autoridad, simbolizan a los padres. Condiscípulos, compañeros de trabajo, de asociaciones profesionales o deportivas, en general, personas que realizan una actividad análoga a la del soñante, representan a los hermanos. Estos hermanos aparecen también simbolizados por insectos, (...) gusanos, chinches, pulgas. Casas representan a personas; así, una casa con balcones salientes simboliza a una mujer; casas con muros lisos, a hombres. También paisajes representan, según su configuración, el cuerpo humano, masculino o femenino.

El nacimiento sueñe hallarse simbolizado poniendo al individuo en relación con el agua, ya sea introduciéndole en el agua, o sacándole y salvándole de ahogarse. La muerte, por irse de viaje.

Objetos alargados como el lápiz, el cigarrillo, el bastón, el paraguas, el esquí, los árboles, o bien objetos que poseen la capacidad de horadar o de causar heridas, como el puñal, el cuchillo, el sable, la lanza (...), la aguja, el asta de un toro, el escarbadientes, la lima, las armas de fuego; objetos capaces de penetrar en un agujero, como la llave; objetos que arrojan algo, como la manguera de riego, el grifo de una fuente, el surtidor, el fuelle (...); objetos capaces de elevarse o de aumentar de tamaño, como el globo, el dirigible, el aeroplano, la corneta, simbolizan los órganos genitales masculinos. Otras simbolizaciones de los órganos genitales masculinos son, entre los vestidos, el sombrero, el abrigo y la capa, entre los animales, las aves, los peces, los reptiles y sobre todo la serpiente; entre o órganos humanos, el ojo y el diente; también la cabeza (...), el brazo (...), la mano, el pie; entre los números, el número 3. Los testículos son simbolizados por frutas; a través de similitud de palabras, como cajones (...); el semen por sangre, polvo (...) o algo valioso, como billetes (...).

Objetos capaces de contener algo o de albergar a alguien, como barcos (...), armarios, cofres, arcas, cajones, cajitas, portamonedas, bolsos, carteras, fosas, cavernas, cuevas, minas, pozos o aljibes (...), botellas, vasos, palanganas, estufas, hornos, simbolizan los genitales femeninos. La habitación es un símbolo del vientre femenino (...), aunque puede tener otro significado. Simbolizan también a los genitales femeninos la tierra, la madera, el papel, la mesa, el libro, la flor. Otro símbolo femenino son las frutas. Además, entre lo órganos del cuerpo humano, la boca y la oreja; entre los vestidos, la bota, el zapato y la zapatilla; entre los animales, los caracoles y los mariscos bivalvos; entre los números, el número 2. La vulva y la vagina suelen aparecer simbolizadas mediante una hendidura, un rombo, un óvalo, la entrada de una gruta, una iglesia o una capilla, un portal, una puerta o una ventana. Los pechos, mediante frutas redondeadas, como la manzana, el durazno, mientras que la banana es un símbolo masculino. El monte de Venus, mediante un bosque, un jardín o una baranda (...). El hermano menor o el niño pequeño representan los órganos genitales, tanto masculinos como femeninos. En general, por lo demás, todos los símbolos pueden tener significados tanto masculinos y femeninos.

El volar o subir significa la erección; asimismo, el bajar, relacionado con el hecho de situar "abajo" los órganos genitales (...). La caída, el sufrir un atropello o el dar traspiés simboliza en la mujer la entrega a un hombre. El fuego significa la excitación genital lo mismo que el color rojo (...) y la presencia de animales y hombres salvajes, de seres mitológicos o de personas locas o enfermas. En cuanto al coito, se simboliza mediante movimientos rítmicos como el subir o bajar una escalera o deshollinar una chimenea, bailar, caracolear (...) o andar a caballo; también por comer, fumar, o tocar un instrumento de música. En general, cualquier actividad puede simbolizar la actividad genital: embarcarse (...), ir en auto, recorrer calles, agarrar, entrar, punzar (...), pasear, casarse, ir al teatro, telefonear.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 57-59.

Nota: los resaltados son nuestros.

25 feb 2014

Psicoanálisis de los sueños 4: dándole significado a los sueños

«Para hallar el significado de un sueño se trata de conseguir que el sujeto mismo lo comunique. Pero como él mismo no lo conoce, se necesita seguir una técnica indirecta. Se divide el sueño en sus diferentes componentes y se hace que el sujeto comunique sus pensamientos en relación a cada uno de ellos. Así se va disponiendo gradualmente de una serie de asociaciones que poco a poco van relacionándose entre sí, hasta que dejan entrever los deseos que originaron el sueño.

Durante los tratamientos psicoanalíticos, cuando en una sesión ocurre un sueño, lo habitual es relacionarlo con lo que el psicoanalizado expone antes y después. El psicoanalista trata de buscar las conexiones latentes entre todo el material psíquico de la sesión. Si de este modo no logra comprender bien el sueño, recurre a lo que el psicoanalizado asocia con los componentes parciales del sueño, muchos de los cuales tienen un significado múltiple.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 20.

5 feb 2014

Psicoanálisis de los sueños 3

«Es éste el momento de plantear una pregunta que se oye formular con frecuencia. ¿Por qué para los psicoanalistas los sueños tienen siempre un significado de tipo sexual, siendo así que en el hombre existe también otro tipo de deseos?

Los psicoanalistas no buscan deliberadamente un significado sexual a los sueños, sino que la experiencia les ha enseñado que éstos lo poseen. Lo que, por otra parte, no tiene nada de extraño. En efecto, puede decirse que en el adulto casi los únicos deseos reprimidos son de orden sexual. Otro tipo de deseos, como, por ejemplo, los de carácter alimenticio, son perfectamente tolerados, tanto por el yo como por la sociedad. En cambio, la civilización actual tolera solamente cierto tipo de satisfacciones sexuales, obligando a reprimir todas las demás. No es extraño, por lo tanto, que habiendo principalmente deseos sexuales reprimidos, sean también ellos los que aparezcan en los sueños.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Página 18.

28 ene 2014

Psicoanálisis de los sueños 2

 
«Los sueños son alucinaciones que ocurren cuando se duerme. La mayoría de veces resultan incomprensibles, siendo prontamente olvidados.

(...) Freud ha demostrado en el origen de todo sueño deseos insatisfechos (...).

Pero la psicología de los sueños debe de ser más complicada que todo esto. De tratarse únicamente de la satisfacción de deseos (...), aquellos nos resultarían perfectamente comprensibles. Tenemos, sin embargo, la experiencia repetida de que no es éste el caso.

(...) la psicología de los sueños es más complicada, por la índole de deseos que en ellos se manifiestan. Son aquellos deseos que en estados de vigilia se hallan reprimidos por el yo del sujeto, debido a que, en cierto modo, resultan desagradables. Suelen ser deseos de tipo sexual y, además, de una sexualidad que a menudo parecería poco normal al mismo sujeto que sueña.

(...) Existen en todo individuo una serie de deseos que son reprimidos, porque no se ajustan a normas morales. Así, hay deseos de tipo perverso, que pueden ser sádicos, masoquistas, homosexuales o exhibicionistas, en su mayor parte inconscientes.

Dichos deseos pretenden satisfacerse, y si no lo hacen es porque luchan contra ellos ciertas energías del yo que los rechazan. Esta observación ha llevado a decir que la diferencia entre un criminal y una persona honrada reside en que este último se limita a soñar con lo que aquél realiza. Posiblemente esta afirmación es exagerada, pero tiene, de todos modos, algún atisbo de verdad.

Durante el día tales deseos son reprimidos por energías del yo. Pero ¿qué ocurre durante la noche? Al dormir acontece que las energías del yo disminuyen de intensidad. Consecutivamente, los deseos reprimidos - que no duermen, es decir, que siguen conservando toda su energía - pueden abrirse paso, más fácilmente, a la consciencia. Entonces pueden originar un sueño en que aquéllos se satisfagan alucinatoriamente.

Supongamos que esto ocurra. (...) que un individuo, con sadismo intenso reprimido, sueñe durante la noche que realiza un acto de crueldad. (...) dicho individuo se despertaría angustiado, porque ni aun en sueños desea ver satisfecho tal tipo de deseos.

Nos encontramos (...) ante una situación que encierra (...) el siguiente dilema: si el yo no retira sus energías, no puede dormir por encontrarse en estado de tensión, y si las retira, tampoco puede hacerlo, porque entonces aparecen sueños de angustia (...).

Pero el yo necesita dormir. Tiene, pues, que resolver el dilema citado y lo realiza del siguiente modo: influyendo en la elaboración de los sueños para que el deseo que se satisface en ellos aparezca no como realmente es, sino enmascarado.

Veámoslo en un caso práctico. El individuo ya citado, con sadismo reprimido, soñaría, por ejemplo, con un asesinato, pero en el sueño no aparecería él como autor del crimen, sino como mero espectador. El crimen del sueño sería realizado por otra persona, que él desconoce. Es decir, en el sueño realizaría una proyección, al achacar a otro los propios deseos. Esta proyección de liberaría de la angustia y le permitiría seguir durmiendo tranquilo.

(...) Se han estudiado dos puntos esenciales. Es el primero que en los sueños hay deseos reprimidos; el segundo es que los deseos reprimidos no aparecen en los sueños tal como son, sino que antes sufren un enmascaramiento, para que el yo no los reconozca y, por tanto, para que pueda dormir tranquilamente.»

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires. Páginas 15 - 17.

Psicoanálisis de los sueños 1


Vamos a presentar una serie de selecciones del libro de Ángel Garma, "Psicoanálisis de los sueños". La primera edición de este texto data de 1940, sin embargo, nos parece que reviste interés. Algunas ideas pueden considerarse vigentes, otras podrán discutirse.

Todas las entradas que sigan esta serie provienen de la siguiente referencia:

Garma, Ángel (1963). Psicoanálisis de los sueños. Paidós, Buenos Aires.