Teoría y Técnica

Teoría y Técnica

30 dic 2016

La necesidad de interpretar la envidia

Independientemente de las controversias, es importante detectar e interpretar la envidia en la relación transferencial. Se busca que el paciente se haga cargo del hecho de que sus impulsos no dependen de lo externo, sino de su intolerancia a recibir algo bueno que el otro tiene y le puede dar. El paciente debería aceptar que sus conflictos no solo dependen de la conducta de los demás, sino de sus propios comportamientos.

La envidia puede ser elaborada y mitigada si ha habido una adecuada introyección del objeto bueno. De todas formas, esta teoría plantea una limitación a las posibilidades de éxito del análisis, más aun si se toma en cuenta que estos impulsos también atacan al objeto total de la posición depresiva, lo que explicaría las dificultades que surgen a veces en la terminación.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 129, 130.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

20 dic 2016

Imágenes recuperadas

Hola a todos. Bueno, me demoré 4 o 5 meses en terminar, pero al fin lo hice. Todas las imágenes que graciosamente desaparecieron, finalmente están de nuevo en línea. En realidad conforme lo iba haciendo me di cuenta de que había desaparecido casi todo. Lo bueno es que ya todo ya está recuperado.

Saludos a los lectores y visitantes =)

Diego

La envidia en la posición esquizoparanoide

La envidia ataca al objeto ideal, alterando el proceso de disociación normal de la posición esquizoparanoide, produciendo una confusión entre lo bueno y lo malo. Al no poder darse con éxito la disociación entre el objeto ideal y el objeto persecutorio, se imposibilita la introyección del objeto bueno, que es la base para la estabilidad psíquica. De esta manera se establece un círculo vicioso: la envidia impide una introyección adecuada, impidiendo con ello el goce y la creatividad, y esto, a su vez, aumenta la envidia. Este circuito constituiría una base para futuros trastornos psicóticos.

La envidia también puede acentuar la disociación entre el objeto idealizado y el objeto persecutorio, impidiendo su posterior integración y, con ello, el acceso a la posición depresiva.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 128, 129.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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18 dic 2016

La envidia, los celos y la voracidad


La envidia, los celos y la voracidad son impulsos que interfieren en la introyección del objeto bueno, pero es necesario diferenciarlos.

La envidia es un sentimiento de odio contra otro que posee una cualidad deseada. Se relaciona con objetos parciales y, cuando se vincula con un objeto total, perturba la elaboración de la posición depresiva.

Los celos, en cambio, se relacionan con objetos totales y en el contexto de relaciones triangulares, en las que se desea poseer al objeto amado y eliminar al rival.

Por su parte, la voracidad desea extraer todo lo bueno del objeto, es insaciable y exige más de lo que el otro puede o quiere dar. Sin embargo, su objetivo no es destruir, como sí lo es en el caso de la envidia.

La envidia, a diferencia de los otros dos impulsos, arruina las capacidades y bondades del objeto y destruye así el origen mismo de la creatividad y de la bondad.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 128.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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17 dic 2016

La envidia

Según Melanie Klein, la envidia es un impulso endógeno agresivo que el bebé siente desde el comienzo de la vida y está dirigido contra el pecho de la madre, con deseos de dañar sus aspectos buenos y protectores. Su contraparte es la gratitud, y ambas constituyen dos factores que constantemente interactúan en el psiquismo desde el nacimiento.

A diferencia de la frustración, que depende de una situación externa, la envidia se acentúa con la gratificación. La envidia ataca lo que el otro nos da porque no podemos tolerar que esas capacidades no sean nuestras.

Este concepto está sustentado en fenómenos como el narcisismo, las perversiones, la reacción terapéutica negativa, los tratamientos interminables y algunas situaciones de transferencia negativa. Por ejemplo, el analista ofrece una interpretación que genera alivio y mejoría en el paciente, pero luego este ataca y critica dicha interpretación utilizando elementos secundarios.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 126 - 128.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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16 dic 2016

Defensas maníacas


Las defensas maníacas pueden surgir cuando el yo en posición depresiva sufre de sentimientos agobiantes de culpa y de pérdida. Estas defensas se caracterizan por la negación omnipotente de la realidad psíquica y conforman una tríada: triunfo, control omnipotente y desprecio.

Se considera que estos mecanismos son normales, como un primer paso para enfrentar los sentimientos depresivos. Pero si se da un fracaso en la elaboración de la posición y los objetos no pueden ser reparados, se produce una regresión a la posición esquizoparanoide o se establece un punto de fijación para la enfermedad maníaco depresiva.

Por ejemplo, en el análisis, ante una pausa por vacaciones del analista, el paciente puede restarle importancia al tema o decir que le viene bien para hacer cosas más urgentes o atractivas (triunfo). Mediante la defensa maníaca, el paciente busca negar que la pérdida puede dolerle. Asimismo, si se desvaloriza al objeto duele menos la pérdida y se evita también el dolor narcisista por haber sido dejado.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 125.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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9 dic 2016

La posición depresiva

La posición depresiva constituye un momento clave para el desarrollo normal. Melanie Klein decía que esta se produce entre los 3 y los 6 meses, luego del desarrollo de la posición esquizoparanoide.

Características

La posición depresiva se caracteriza por:

1) Ansiedad depresiva: el yo siente culpa y temor por el daño causado al objeto amado.

2) Relación con un objeto total: se vincula con los aspectos buenos y malos de la madre. Ello implica un aumento de los procesos de integración.

3) Primacía de la reparación como mecanismo de defensa: el yo atiende y se preocupa por el objeto.

En esta configuración cambian los intereses narcisistas que buscaban proteger al yo de las amenazas persecutorias, y se transforman en intereses de cuidado y preservación de sus objetos, en una lucha constante entre los sentimientos de amor y de agresión.

Asimismo, los mecanismos de defensa son menos omnipotentes. Por ejemplo, a través de la reparación, el yo busca devolver la vida y la integridad a sus objetos dañados o perdidos. Se desarrolla tolerancia al dolor psíquico y se siente culpa por las fantasías agresivas. Hay sentimientos de amor y dependencia hacia los padres, a la vez que sentimientos de desamparo y celos por no ser ellos de su total propiedad.

Gracias a los procesos de integración, el vínculo del yo con el exterior es más realista, menos distorsionado, donde se discrimina mejor entre fantasía y realidad, así como entre realidad externa e interna.

Psicopatología relacionada

En lo concerniente a la psicopatología, la posición depresiva sería el punto de fijación para la enfermedad maníaco depresiva.

Esta posición tiene relación con los proceso de duelo. Cada pérdida reactiva la pérdida de la madre de la posición depresiva infantil. Las posibilidades de recuperación y de afrontamiento del duelo dependen de cómo se resolvió la posición depresiva infantil.

Resolución del complejo de Edipo temprano

La capacidad del yo para controlar sus impulsos no es el resultado de la amenaza externa (ansiedad de castración) sino del control y la renuncia derivados de los sentimientos amorosos. De esta manera, la resolución del complejo de Edipo temprano no proviene solo de la censura de los padres, sino del deseo del niño de preservar su unión como pareja.

La posición depresiva como configuración del psiquismo

Es necesario pensar en la posición depresiva no como un estadio de desarrollo, sino como una configuración psíquica que se repite durante la vida frente a situaciones de pérdida y que debe resolverse.

Alternancia con la posición esquizoparanoide

El individuo tiene opciones para hacer frente a cada situación. Su comportamiento dependerá de la prevalencia de su narcisismo (posición esquizoparanoide) o de la preocupación por sus objetos (posición depresiva).

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 122 - 124.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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Esta entrada se complementa con: La posición esquizoparanoide

21 oct 2016

Negación


«Es un mecanismo omnipotente por el cual la mente niega la existencia de objetos persecutorios, que disocia y proyecta en el exterior. Al mismo tiempo, el yo se identifica con los objetos internos idealizados, con los que contrarresta la amenaza persecutoria.

La idea de negación en [la obra de Melanie] Klein describe un mecanismo violento y primitivo, se niegan los impulsos y fantasías de la realidad psíquica tanto como los objetos que perturban en la realidad externa, a los que se considera inexistentes.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 122.

19 oct 2016

Idealización


«Es un mecanismo característico de la posición esquizo-paranoide. Se aumentan los rasgos buenos y protectores del objeto bueno o se le agregan cualidades que no tiene. Constituye una defensa del yo para protegerse de una excesiva persecución, manteniendo a la vez la disociación entre objetos idealizados y persecutorios. Por lo tanto, siempre que haya en un paciente la necesidad de idealizar, se estará protegiendo de un sentimiento de angustia.


(...)

En Klein, los problemas que resultan de la idealización se resuelven con la elaboración de la posición depresiva. Los objetos finalmente no son ni tan buenos ni tan malos como lo propone el sistema de valores de la posición esquizo-paranoide.»


Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 121, 122.

15 oct 2016

Identificación proyectiva

Melanie Klein definió la identificación proyectiva como un mecanismo que permite deshacerse de aspectos malos y buenos de uno mismo (uno podría requerir proyectar aspectos buenos con el fin de protegerlos de los aspectos malos, o para volver a recibirlos).


Bleichmar y Lieberman ponen el ejemplo de una paciente depresiva que encontraba aspectos maravillosos en cada persona que se le acercaba. Esto, a su vez, le daba material para compararse y acabar denigrada y sin nada que valga la pena en ella misma.

Cuando este mecanismo es utilizado en exceso el yo se debilita y queda supeditado a una dependencia del otro. En su uso saludable resulta ser un fenómeno normal que da base a la empatía y a la posibilidad de que las personas se comuniquen con comprensión. Para Klein, lo esencial que determina su uso normal o patológico está en el predominio del amor o del odio en la disociación.

Este mecanismo fue el instrumento teórico que usaron los analistas kleinianos para abordar el análisis de los pacientes psicóticos o fronterizos. Así consiguieron profundizar en estos fenómenos psicopatológicos sin modificar la técnica analítica.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 119 - 121.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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14 oct 2016

Introyección

Los primeros objetos del ser humano se forman por introyección, así como el yo y el superyó. Según Melanie Klein, los objetos introyectados nunca son fieles a los objetos externos, más bien están deformados por la proyección. Lo que no queda claro es cuál es el criterio para que los objetos introyectados pasen a formar parte del yo o del superyó.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 118.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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13 oct 2016

Disociación

«La disociación es la respuesta del yo frente a la angustia persecutoria. Permite que se efectúe una primera división bueno-malo de los objetos externos e internos; son defensas útiles y necesarias para favorecer la organización de las primeras estructuras de la mente, que luego podrán integrarse paulatinamente. Si este proceso de disociación fracasa, se producen fenómenos de desintegración y fragmentación y un desarrollo patológico de la posición esquizo-paranoide, base para enfermedades psicóticas posteriores.

La disociación de los objetos se acompaña inexorablemente de una disociación del yo. Es una defensa necesaria para proteger al yo débil de una ansiedad persecutoria excesiva. Se aplica a los objetos y también a estructuras y fantasías. Sirve para separar lo bueno de lo malo, pero también lo interno de lo externo y la realidad de la fantasía. La disociación del objeto posibilita que se constituya el primer objeto bueno interno como el  núcleo del yo y del superyó. Se debe poder disociar suficientemente el objeto malo, para que el aspecto bueno idealizado del objeto y del self puedan establecer una relación segura dentro del yo. Cuando las ansiedades persecutorias descienden, la disociación disminuye y se produce un empuje hacia la integración de los objetos y del yo. Esto constituye la entrada a la posición depresiva. El conflicto mental queda así definido como una lucha constante entre la posibilidad de disociar y de integrar los objetos fuera y dentro del self

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 117.

2 oct 2016

Origen de la proyección

«La proyección aparece primero ligada a la pulsión de muerte, cuya amenaza de destrucción interna se contrarresta al ser expulsada fuera del sujeto. Esta proyección de agresión y de libido permite que se constituyan los objetos parciales pecho bueno y pecho malo. El concepto de proyección se enriquece con la descripción de la identificación proyectiva como mecanismo básico.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 116, 117.

22 sept 2016

Fracaso en la elaboración de la posición esquizoparanoide

Los mecanismos de defensa propios de la posición esquizoparanoide son indispensables para que el yo del bebé pueda soportar la ansiedad persecutoria. Estos mecanismos son muy intensos, extremos y de características omnipotentes, muy similares a los procesos psicóticos; de hecho, los procesos psicopatológicos de índole psicótica encontrarían aquí sus puntos de fijación.

Melanie Klein precisa que, si los temores persecutorios son demasiado intensos, fracasará la elaboración de la posición esquizoparanoide, lo que refuerza la ansiedad persecutoria y establece puntos de fijación para el desarrollo de futuras psicosis.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 114, 115.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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17 sept 2016

Factores internos y factores externos

Melanie Klein creía que los factores externos en la vida del bebé son muy importantes. Es así que toda experiencia buena fortalece la confianza en el objeto bueno externo, mientras que toda experiencia de ansiedad refuerza los mecanismos esquizoides, obstaculizando el proceso de integración del objeto.

Sin embargo, Klein le daba más importancia a los factores intrínsecos del sujeto, determinados por la lucha entre sus pulsiones. Es por esto que autores como Donald W. Winnicott, a pesar de compartir algunas ideas con Klein, podían tomar caminos totalmente divergentes en esta valoración de lo interno o lo externo.

Donald W. Winnicott

Winnicott pensaba, por ejemplo, que si la madre llevaba a cabo un adecuado sostenimiento emocional, el bebé tendría un buen desarrollo psíquico. Klein no creía que las cosas fueran tan lineales, pues si el bebé proyecta fantasías sádicas y voraces en el pecho, lo sentirá en su interior como un objeto devorado en su ataque, lo que lo llevará a experimentarlo también como objeto devorador, reforzando la ansiedad persecutoria, independientemente de cuán adecuada sea la madre en su cuidado.

Para Bleichmar y Lieberman, este punto de vista de Klein evita que la psicopatología sea concebida de una forma simple, ya que toma en cuenta todos los factores y no solo la supuesta inadecuación de los padres o lo adverso del medio ambiente.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 113, 114.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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16 sept 2016

La posición esquizoparanoide

Melanie Klein observó que los niños, en sus juegos y en sus fantasías, podían partir en dos a un objeto, separarlo en una parte totalmente buena y otra completamente mala. A esto Klein le llamó "mecanismo de disociación".

Más adelante, este mecanismo formaría parte de la concepción de la posición esquizoparanoide, que está constituida por:

1) Ansiedad persecutoria: el yo se siente atacado.

2) Relación de objeto parcial con un pecho idealizado y otro persecutorio, percibidos totalmente disociados y excluyentes.

3) Uso de mecanismos de defensa intensos y omnipotentes, como la disociación, la identificación proyectiva, la introyección y la negación.

Para Klein hay un yo incipiente desde el nacimiento; no hay una indiferenciación caótica entre el bebé y el mundo externo; por el contrario, hay cierta organización (un yo), que es la responsable de que el bebé sienta angustia, de que sea posible una relación con un primer objeto y que se establezcan mecanismos de defensa.

La angustia persecutoria, por su parte, tendría un origen interno (pulsión de muerte) y otro externo (experiencia traumática del parto y todas las vivencias frustrantes). La pulsión de muerte es proyectada en el primer objeto externo, el pecho materno. Esta se expresa a través de fantasías en las que el bebé devora y/o ataca con excrementos al pecho y al cuerpo maternos. Esto provoca en el bebé un terror a ser devorado y envenenado. Pero también se proyectan las pulsiones libidinales. Esto genera la disociación del pecho (pecho bueno, al que se asocia toda experiencia gratificante, y pecho malo, al que se asocian todas las frustraciones y temores), así como la disociación de sí mismo y del mundo externo.

Se establece también una dinámica de proyección - introyección constante entre lo externo y lo interno. Este funcionamiento experimenta una evolución conforme avanza el desarrollo: sobrevienen momentos de integración de los objetos disociados y la introyección de lo bueno fortalece al yo y le permite tolerar la ansiedad hasta que no sea necesario proyectarla. Al disminuir la ansiedad persecutoria, aumentan los procesos de integración. Es así como se produce el pasaje a la posición depresiva.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 111, 112.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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2 sept 2016

El complejo de Edipo según Melanie Klein

 
Diferencias con la concepción freudiana

En primer lugar, Melanie Klein ubica el inicio de esta configuración en los primeros meses de vida del niño. Un segundo aspecto diferencial tiene que ver con el hecho de que Klein considera al complejo de Edipo como el organizador de las pulsiones genitales durante todo el desarrollo infantil, ampliando su duración y la cantidad de fenómenos relacionados.

Primera concepción

Klein describe cómo el bebé desea entrar en el pecho y en el cuerpo de la madre para morder, destruir, ensuciar y/o robar su contenido (fase femenina), generando ansiedades persecutorias como consecuencia. Para calmarlas, el niño buscaría incorporar el pene paterno, un objeto nuevo que podría amortiguar la ansiedad que genera la relación diádica con la madre, además de calmar la frustración oral provocada por esta. De esta manera el niño ingresaría en la tríada edípica.

Con respecto a la escena primaria, las fantasías dependerían del tipo de ansiedad predominante. Por ejemplo, el coito parental sería fantaseado como un intercambio de alimentos si la ansiedad es predominantemente oral, o como actos excretorios si es anal. A todo esto se sumarían deseos agresivos y libidinales, así como cambios entre un Edipo positivo y un Edipo negativo. En el desarrollo normal, el resultado final tendría que llevar a una elección heterosexual sustentada en pulsiones genitales.

Segunda concepción

En 1945 Klein acomoda este concepto al desarrollo de la teoría de las posiciones, de tal manera que ya no serían las frustraciones orales ni los impulsos relacionados con la fase femenina los que desencadenarían el deseo edípico, sino más bien el ingreso a la posición depresiva, en donde los sentimientos de amor hacia los padres impulsan al niño a la búsqueda de nuevos objetos.

En esta concepción, el complejo se resuelve en la medida en que predomina el amor por los padres y el deseo de mantenerlos juntos e indemnes. Esto llevaría a la renuncia del deseo edípico y al control de los impulsos agresivos. A diferencia de la concepción freudiana, el complejo no se resuelve por imposición cultural, ni por la amenaza de castración, ni por la ley, sino por la lucha interna entre los impulsos agresivos y de amor hacia los padres.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 107 - 109.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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1 sept 2016

Hay que tener cuidado al leer a Melanie Klein


«En el Edipo de los primeros meses de vida las fantasías del niño sobre el coito de los padres se construyen con objetos parciales. No son los padres, como objetos totales, los que constituyen la escena primaria, tal como sucede en la teoría freudiana. Para Klein la escena primaria transcurre, en la fantasía del niño, dentro del cuerpo de la madre; el bebé ubica el pene del padre dentro del cuerpo materno.

Es importante hacer aquí una aclaración. Si tratamos de pensar estos procesos descriptos por Klein desde una perspectiva fenoménica o sobre la base de datos que tendría el niño pequeño a través de la percepción externa, estas hipótesis resultan incomprensibles. En cambio, si los independizamos de su ubicación cronológica y los estudiamos como fantasías que pueden explorarse en el inconciente de los pacientes tanto niños como adultos, nuestro campo de comprensión se enriquece mucho.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 108.

31 ago 2016

Desarrollo del superyó según Melanie Klein

Sigmund Freud definió al superyó como una estructura intrapsíquica que se desarrolla al finalizar el complejo de Edipo (hacia los cinco años), y que estaría formada por la internalización de las normas y prohibiciones parentales, especialmente las referidas al deseo sexual del progenitor del sexo opuesto. Es por esto que se considera al superyó como "heredero" del complejo de Edipo.


Ahora bien, la observación de los sentimientos de culpa de niños más pequeños (dos años en adelante) llevó a Melanie Klein a proponer la existencia del superyó desde antes de lo indicado por Freud. Este superyó temprano fue descrito por Klein como excesivamente sádico y cruel, dado que se proyectaban en él los impulsos sádicos del niño.

Posteriormente, Klein adelantaría el desarrollo del superyó al primer año de vida. El superyó se formaría en las primeras identificaciones del niño con el objeto materno, que sería introyectado canibalísticamente. Recordemos que hacia los 6 meses el niño pasa por una fase de sadismo máximo, que coincide con la dentición y el destete.

De esta forma, Klein afirmaba que el superyó no se formaba al final del complejo de Edipo, sino al inicio del mismo. Así, serían las características del superyó las que determinarían el desenlace edípico y no al revés, como pensaba Freud.

En 1935, Klein separa definitivamente el desarrollo del superyó del complejo de Edipo y postula que su origen estaría en el comienzo de la vida del individuo, formado por la introyección de dos objetos opuestos, uno protector y benevolente (objeto parcial idealizado) y otro punitivo (objeto parcial persecutorio).

Esta nueva propuesta está conceptualmente incluida en el contexto de la teoría de las posiciones y, por tanto, su desarrollo e integración va a depender de lo que suceda con la posición depresiva. De esta manera, el objeto parcial idealizado se constituirá en el núcleo de lo que más adelante será el ideal del yo, y este, a su vez, se construye en la posición depresiva.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 105, 106.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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30 ago 2016

Figura combinada de los padres

«El niño fantasea que sus padres están unidos en una forma permanente e inacabable, compartiendo satisfacciones orales, anales y genitales. Los celos y la envidia producen deseos de atacar el cuerpo de la madre con el pene del padre adentro, se forman por proyección imágenes persecutorias que producen gran ansiedad. Klein las descubrió tanto en el juego infantil como en las pesadillas y terrores nocturnos. La fantasía de la madre fálica (mujer con pene) es para ella una versión de esta figura parental combinada.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 104.

19 ago 2016

Diferencias entre Melanie Klein y Sigmund Freud respecto de la sexualidad femenina


Melanie Klein consideraba que desde muy temprano hay un conocimiento inconsciente acerca de la diferencia de sexos. Por ejemplo, las niñas tienen sensaciones vaginales (no solo clitoridianas) y, tanto las niñas como los niños, poseen fantasías del coito entre los padres, incluyendo la función receptiva y de penetración de la vagina y del pene, respectivamente.

Esta concepción kleiniana es completamente diferente a la de Sigmund Freud, que creía que las niñas y los niños renegaban de la diferencia entre los sexos como una manera de eludir la angustia de castración. Para Klein, en cambio, ya en la fase oral, los niños y niñas, dirigen sus deseos sexuales hacia sus padres (complejo de Edipo temprano).

También Klein se distancia de Freud en cuanto a lo concerniente a la envidia del pene. Para Freud, la niña se ve castrada, siente envidia del pene y se decepciona de su madre por no habérselo dado. Esto hace que ella busque el pene del padre como sustituto, inaugurando así su complejo de Edipo.

En cambio, para Klein, la niña tiene deseos genitales tempranos que la llevan a querer internalizar el pene y recibir los bebés del padre. Esto precede al deseo de poseer el pene. Hay una búsqueda específicamente femenina, de tal forma que la envidia del pene sería secundaria a la ansiedad generada por sus órganos femeninos.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 100, 101.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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18 ago 2016

Búsqueda de objetos externos

«En su artículo "La importancia de la formación de símbolos en el desarrollo del yo" (1930), Klein considera que es la ansiedad persecutoria con el cuerpo de la madre y su interior, por haberlo destruido con fantasías sádicas, lo que lleva al yo a buscar nuevos objetos en el exterior para calmar la ansiedad. Estos objetos a los que el niño desplaza su interés, toman para él un significado simbólico del cuerpo materno. Son las bases primitivas de la formación de símbolos y de las relaciones con el mundo externo y la realidad.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 103.

17 ago 2016

La fase femenina


«Los impulsos agresivos -pregenitales- se expresan, desde el comienzo de la vida, a través de fantasías inconcientes que están dirigidas hacia el cuerpo de la madre. Este es un primer espacio que puede ser diferenciado en forma primitiva por el bebé y representa para él el mundo externo. El niño tiene deseos de penetrar en dicho cuerpo y atacarlo sádicamente. En la fantasía infantil sus contenidos son destruidos originando la ansiedad más profunda tanto para la niña como para el varón. Klein designa con el nombre de fase femenina esta etapa, por la que atraviesan en su desarrollo todos los bebés. Tanto la ansiedad de castración en el varón como la amenaza de pérdida de amor en la mujer son derivados secundarios de la ansiedad persecutoria proveniente de la fase femenina. Cambia, por lo tanto, la idea de Freud de que el conflicto edípico (tardío) y la ansiedad de castración son el complejo modular de las neurosis. Al suponer Klein que en la fase femenina la curiosidad sexual está mezclada con el sadismo como contenido primario, varía la concepción freudiana de que la curiosidad está movida principalmente por los deseos libidinales y el principio del placer. El niño quisiera penetrar en el cuerpo materno para ver sus contenidos (imagina que hay heces, bebés y penes) y a la vez quiere apropiarse de ellos, robarlos y destruirlos. Estos impulsos están motivados tanto por el deseo de conocer (impulso epistemofílico) como por los celos destructivos, y son al mismo tiempo la expresión directa de pulsiones agresivas hacia la escena primaria parental. Más adelante en el pensamiento kleiniano, estas ideas se fundamentarán en la envidia primaria. La consecuencia de dichas fantasías será, si se proyecta al exterior, una angustia persecutoria intensa como amenaza de destrucción física, emocional y sexual. Proviene también del temor de ser castigado en forma retaliativa por sus impulsos sádicos. El nombre de fase femenina alude a que Klein considera que se produce una identificación con el cuerpo femenino atacado, tanto en la niña como en el varón. Es el primer paso que lleva al desarrollo de un complejo de Edipo directo e invertido en ambos sexos. La mayor o menor ansiedad persecutoria de esta etapa define que el desarrollo posterior sea normal o patológico.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 102, 103.

16 ago 2016

Las fases libidinales según Melanie Klein y su reemplazo por el concepto de posición

«Melanie Klein, interesada en estudiar los períodos preedípicos del desarrollo mental, cambia bien pronto el concepto de fases libidinales al afirmar que en los niños pequeños observa una mezcla de pulsiones orales, anales y genitales que se superponen desde las primeras relaciones de objeto. Se aleja así de la idea de fase libidinal como unidad de desarrollo en un sentido cronológico y la reemplaza tiempo después por la idea de posición como un concepto más dinámico y menos aferrado a la biología.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 102.

15 ago 2016

La agresión en el desarrollo temprano


«[Melanie Klein] centró su interés en investigar los períodos preverbales del desarrollo, a los que atribuyó gran riqueza de fantasías inconcientes. Klein toma primero de su maestro Abraham el concepto de fase de sadismo máximo y supone que ocurre a los seis meses de edad, vinculada con la dentición y el destete. Luego traslada la agresión a períodos aún más tempranos de la vida, pero la independiza de los procesos biológicos y la adscribe al campo estricto de la fantasía inconciente. Vale decir que busca explicaciones en un nivel exclusivamente psicológico.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 101.

9 ago 2016

Dos diferencias entre las ideas de Anna Freud y Melanie Klein


Anna Freud pensaba que los niños no hacían neurosis de transferencia con sus terapeutas, dado que esta se tendría que dar con los padres reales. Por eso ella proponía que la función de la relación con el terapeuta era la de reforzar los aspectos positivos del vínculo con los padres, a través de la educación y la orientación. Por el contrario, Melanie Klein sí creía que los niños hacían neurosis de transferencia con sus terapeutas.

Ambas autoras también pensaban diametralmente distinto en cuanto a la estructura psicológica de los niños. Melanie Klein postulaba la existencia de un superyó temprano (desde los dos o tres años), caracterizado por su sadismo. Por tanto, el tratamiento tenía como función, en parte, reducir esa crueldad. Anna Freud, por el contrario, consideraba necesario reforzar al, según ella, débil superyó infantil.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 100, 101.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

8 ago 2016

Panorama general de la obra de Melanie Klein

La producción de Melanie Klein puede dividirse en tres etapas:

- Primera etapa (1919 - 1932): inicia la técnica del juego para el análisis de niños; resalta la importancia de la agresión en el desarrollo; y plantea las hipótesis de la transferencia en el análisis de niños, del complejo de Edipo temprano y del superyó precoz.

- Segunda etapa (1932 - 1946): formula la teoría de las posiciones; describe a la mente como un espacio poblado de objetos internos en interacción con objetos externos, a través de los mecanismos de proyección e introyección; investiga acerca de la identificación proyectiva; trabaja con pacientes psicóticos y fronterizos; y modula la importancia de la agresión proponiendo una lucha pulsional entre sentimientos de amor y odio.

- Tercera etapa (1946 - 1960): refuerza el aspecto constitucionalista de su teoría, centrándose en el concepto de envidia primaria.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 98, 99.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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25 jul 2016

Importancia de la posición depresiva

«La vida psíquica se organiza, tanto en su evolución como en su funcionamiento, en torno a dos posiciones fundamentales: esquizo-paranoide y depresiva. La posición depresiva es para Klein el punto crucial del desarrollo. Establece las bases para el equilibrio psíquico y el control de las ansiedades psicóticas.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 95.

22 jul 2016

La angustia: motor del desarrollo psíquico y origen de toda psicopatología

Para Melanie Klein, la agresividad es el origen de la angustia, y ambas existen desde el comienzo de la vida. En particular, la angustia es el motor que hace posible el desarrollo psíquico, así como también es el origen de toda psicopatología.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 94.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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21 jul 2016

Origen de los conceptos planteados en la obra de Melanie Klein

Melanie Klein empezó haciendo análisis con niños, introdujo la técnica del juego e insistió en la necesidad de que a los niños había que analizarlos de forma análoga a como se haría en el análisis de adultos, es decir, absteniéndose de medidas educativas o de apoyo.

Fue así que Klein pudo observar que los niños también desarrollan neurosis de transferencia, lo que, a su vez le permitió definir conceptos como complejo de Edipo temprano, superyó temprano, mecanismos de defensa primitivos o relación de objeto.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Página 94.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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20 jul 2016

El punto de partida de la obra de Melanie Klein


La obra de Melanie Klein se desarrolló entre 1919 y 1960, año de su muerte. El punto de partida para el desarrollo de sus ideas siempre es el tratamiento psicoanalítico, particularmente, la sesión psicoanalítica, así como el punto de partida de Freud fueron los modelos científicos de la época, o el punto de partida de Lacan fue la filosofía de Hegel, la lingüística de Seassure y la antropología estructura. Es por esto que sus escritos pueden parecer tan confusos o incluso contradictorios. Y es que la principal preocupación en la obra de Klein no es la coherencia teórica, sino la vivencia de los pacientes, y esto va de la mano con una de las principales hipótesis kleinianas: que el psiquismo se origina en el vínculo intersubjetivo, cuya inauguración se encuentra en la relación madre - bebé.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 93, 94.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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19 jul 2016

Síndrome de Asperger y esquizofrenia


Pilar Martin Borreguero (2004) recuerda, en primer lugar, que no existe un continuo entre la esquizofrenia y el autismo, como se pensaba anteriormente. De hecho, recalca, la incidencia de la esquizofrenia en personas con el síndrome de Asperger no es más alta que en la población normal.
La autora recuerda también que es infrecuente, aunque no imposible, que la esquizofrenia se inicie en la niñez. De ser así, generalmente, dicho inicio se da a partir de los 9 años.

Hay una similitud superficial en las manifestaciones de ambos trastornos. Así, los monólogos de las personas con síndrome de Asperger pueden parecer incoherentes o desorganizados, como el lenguaje de las personas con esquizofrenia. Aquí habría que recordar que esta impresión procedería del déficit en la comunicación pragmática (o uso social del lenguaje) y no de un trastorno del pensamiento, como se daría en el caso de la esquizofrenia.

Asimismo, la falta de expresión emocional y el afecto aplanado, en el caso del síndrome de Asperger, se originan en la incapacidad para comprender y usar las pautas de comunicación no verbal. Las personas con síndrome de Asperger también pueden hablar solas, adoptar personalidades imaginarias o escenificar episodios previamente aprendidos, por ejemplo de vídeos. Esto podría confundirse con alucinaciones o delirios, propios de la esquizofrenia. Se puede dar otra fuente de confusión en situaciones de estrés intenso: el individuo con síndrome de Asperger puede experimentar ideas de referencia.

Finalmente, puede llevar a confusión la tendencia de las personas con síndrome de Asperger a interpretar literalmente los mensajes. Por ejemplo, si se le pregunta si oye voces cuando no hay personas presentes, podría responder que sí, refiriéndose a las voces de las personas que están en otras habitaciones o en la calle.

Referencia

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 148 - 150.


Diego Fernández Castillo
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18 jul 2016

Síndrome de Asperger y trastorno obsesivo compulsivo


«Aunque el trastorno obsesivo compulsivo puede manifestarse asociado al síndrome de Asperger, ambos trastornos son condiciones clínicas claramente independientes y pueden diferenciarse fácilmente (...). En primer lugar, la manifestación inicial del trastorno obsesivo compulsivo acontece en una etapa posterior a la expresión inicial del síndrome de Asperger. En segundo lugar, el niño o adulto afectado con el síndrome de Asperger no experimentan sus obsesiones como irrazonables o como una fuente de angustia, sino que se entregan a ellas con entusiasmo al obtener placer y disfrutar de su realización. En tercer lugar, mientras que los problemas sociales característicos del trastorno obsesivo compulsivo proceden de la necesidad que el individuo experimenta de completar sus rituales conductuales prolongados, las dificultades sociales del individuo con el síndrome de Asperger proceden de la existencia de un déficit innato en las áreas de la comprensión social y desarrollo emocional.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 148.

15 jul 2016

Síndrome de Asperger y trastorno de ansiedad social


«El trastorno de ansiedad o fobia social es (...) otra condición clínica, cuyo solapamiento sintomático puede convertirse en una fuente de errores de diagnóstico. (...) la fobia social se caracteriza por un marcado y persistente miedo a las situaciones en las que la persona debe exponerse al escrutinio de gente desconocida y teme hacer o decir algo que sea humillante o vergonzoso.

El niño con el síndrome de Asperger a menudo manifiesta una gran preocupación y temor ante las situaciones sociales novedosas, pero, a diferencia del niño con la fobia social, también muestra problemas con la interacción social en situaciones conocidas y familiares. Asimismo, y al igual que pasaba con el trastorno afectivo, el niño no tiende a manifestar los síntomas asociados a la fobia social hasta los primeros años de la adolescencia. Esto sin duda contrasta con la manifestación mucho más temprana del trastorno social asociado al síndrome de Asperger. Por último, el niño afectado por el trastorno de ansiedad social no presenta el patrón restringido de intereses obsesivos y conductas repetitivas, típicas del niño con el síndrome de Asperger (...).»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 147.

14 jul 2016

Síndrome de Asperger y trastornos depresivos

Pilar Martin Borreguero (2004) nota que algunos de los signos o síntomas de los trastornos depresivos pueden llevar a confusión con respecto al síndrome de Asperger, por ejemplo, en cuanto al retraimiento, a la falta de interés social, al humor decaído, a la falta de respuestas emocionales o al afecto aplanado.


La autora menciona dos aspectos que diferencian ambas condiciones: el primero tiene que ver con el inicio de las manifestaciones. Menciona que los trastornos depresivos tienden a manifestarse en la adolescencia, a diferencia del síndrome de Asperger, que se manifiesta en la infancia primaria. La segunda tiene que ver con el hecho de que el trastorno depresivo siempre supone un cambio en el comportamiento habitual de la persona.

Aquí cabría recalcar dos cosas: con respecto al primer punto, que los niños sí sufren trastornos depresivos. Los casos de depresión infantil pueden darse especialmente desde los 4 o 5 años, y esto se debe a cuestiones evolutivas. De todas formas, sí es indudable que el síndrome de Asperger se tiende a manifestar antes, en edades en las que sería extraño encontrar manifestaciones típicas de algún trastorno depresivo.

Con respecto al segundo punto, el cambio en el comportamiento de la persona afectada por la depresión supone que la condición clínica no sea crónica. Hay personas que padecen trastornos depresivos hasta donde llega su memoria, es decir, desde muy temprano. Existe la hipótesis de que algunos trastornos depresivos estarían arraigados en condiciones neurológicas de nacimiento, de tal forma que aquí no habría cambio de comportamiento alguno, ya que el patrón de síntomas o signos depresivos estaría establecido de antemano.

Referencia

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 146, 147.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
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13 jul 2016

Síndrome de Asperger y trastorno de la Tourette


«Aunque es fácil distinguir el trastorno de la Tourette del síndrome de Asperger en función de las diferencias notables en la manifestación de los cuadros sintomáticos, es importante tener en cuenta que la incidencia de este trastorno neurológico en los niños con el síndrome de Asperger es más alta que la esperada. Este hecho tendría implicaciones importantes para el tratamiento clínico.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 146.

12 jul 2016

Curso del trastorno por déficit de atención e hiperactividad

Pilar Martin Borreguero (2004) sintetiza el curso del TDAH mientras desarrolla el tema del diagnóstico diferencial con el síndrome de Asperger:

«(...) con respecto a la manifestación inicial y expresión del cuadro clínico, el niño hipercinético presenta un temperamento difícil y un nivel de inatención general e impulsividad elevada durante el periodo de la infancia temprana. También muestra un interés activo en el juego con otros niños, aunque a menudo tiene problemas de interacción social. Estas dificultades sociales son secundarias al patrón de inatención y consecuencia de una falta de internalización de las reglas necesarias para la autorregulación de la conducta (...).»


«(...) durante la segunda etapa de la infancia, el niño hipercinético continúa experimentando problemas severos de atención, los cuales tienden a afectar su rendimiento escolar de forma significativa. En el periodo de la adolescencia, la intensidad de los síntomas primarios de inatención disminuye, aunque se produce un incremento en las conductas antisociales. En la etapa adulta, los síntomas primarios tienden a desaparecer y una proporción alta de individuos se integra con éxito en la sociedad. Una minoría continúa experimentando un patrón de inatención e impulsividad excesivas y una incidencia alta de problemas psiquiátricos y conductas antisociales.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 145.

6 jul 2016

Síndrome de Asperger y TDAH


Pilar Martin Borreguero (2004) recuerda que el síndrome de Asperger y el trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) se presentan frecuentemente asociados. Muchas veces, la falta de atención y la hiperactividad encubren los déficits sociales del síndrome de Asperger. Esto tendría implicaciones importantes en el tratamiento. Aquí el diagnóstico diferencial es tan crítico como la capacidad de los profesionales para darse cuenta de la posibilidad de que ambas condiciones clínicas se estén dando simultáneamente en el paciente.

Referencia

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 143, 144.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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1 jul 2016

Imágenes desaparecidas

Hola a todos. Anteayer me encontré con que han desaparecido las imágenes que acompañaban a muchas de las entradas. Ahora lo que aparece en vez de ellas es un feo cuadro blanco con un signo de admiración. Creo saber a qué se debe. Me parece que tiene que ver con el traspase del blog. Anteriormente las imágenes se subían a un servicio de almacenamiento de imágenes y desde ahí pasaban a ser mostradas aquí. La eliminación de la cuenta de la anterior administración debe haber eliminado también ese viejo servicio de almacenamiento, lo que debe haber provocado la desaparición de las imágenes enlazadas. Bueno, es lo que me imagino.

Pues nada, iré solucionando poco a poco este problemilla, resubiendo las imágenes entrada por entrada.

Saludos

Diego

29 jun 2016

Trastorno del aprendizaje no verbal y síndrome de Asperger

El trastorno de aprendizaje no verbal, o trastorno del hemisferio cerebral derecho, es un cuadro neuropsicológico en el que el niño presenta un estilo idiosincrático de interacción social, déficits en la organización visoespacial, en la coordinación motora, en la resolución de problemas no verbales y en la percepción táctil. Conductualmente, presenta problemas para adaptarse de manera flexible a las situaciones complejas o novedosas, lo que origina, a su vez, dificultades de adaptación social. También hay dificultades en la percepción de las manifestaciones de lenguaje no verbal, lo que es determinante para el éxito de las interacciones con los demás. Asimismo, como una suerte de compensación, los niños con este trastorno muestran con frecuencia una avanzada capacidad verbal y una buena memoria auditiva.

Pilar Martin Borreguero (2004) resalta la similitud entre este trastorno y el síndrome de Asperger. De hecho, dice la autora, en las investigaciones se puede ver cómo una "alta proporción" de individuos con síndrome de Asperger muestran las mismas deficiencias neuropsicológicas correspondientes al trastorno del aprendizaje no verbal. Esto lleva a Martin Borreguero a afirmar la alta probabilidad de que este trastorno sea en realidad un término alternativo para describir, en un nivel cognitivo, al síndrome de Asperger.

Referencia

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 143.


Diego Fernández Castillo
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26 jun 2016

Trastorno semántico-pragmático del lenguaje y síndrome de Asperger

Pilar Martin Borreguero (2004) comenta cómo a pesar de que la validez diagnóstica del trastorno semántico-pragmático del leguaje está en entredicho, este concepto se ha utilizado mucho en la práctica clínica.

El origen del trastorno semántico-pragmático del lenguaje

La autora se remite al año 1983, cuando Rapin y Allen encontraron que existía un grupo de niños que desarrollaban adecuadamente los aspectos estructurales del lenguaje (reglas gramaticales y fonológicas, adquisición de vocabulario), mientras que mostraban alteraciones graves en el desarrollo semántico y la comunicación pragmática (estilo extraño y estereotipado de comunicación, conversaciones con contenido idiosincrático, cambios rápidos de tema de conversación y un fracaso a la hora de tomar en cuenta las necesidades comunicativas de su interlocutor).

¿Existe el trastorno semántico-pragmático del lenguaje separado del síndrome de Asperger?

Martin Borreguero encuentra que este concepto se parece mucho al trastorno de comunicación social característico de los niños con síndrome de Asperger. Sin embargo, resultaría difícil concluir que se trata del mismo cuadro clínico, ya que las investigaciones han arrojado datos contradictorios.

La autora destaca dos investigaciones: una revisión de 1997, hecha por Gagnon, Mottron y Joanette, que concluye que hay una falta de evidencia empírica que apoye la diferenciación entre ambos cuadros clínicos; y otra del año 2002, por Bishop y Norbury, que concluye que sí la hay.

Según aquella segunda investigación, los niños con trastorno semántico-pragmático del lenguaje pueden ser muy sociables y muy habladores. Por otro lado, estos niños pueden utilizar el lenguaje no verbal de manera flexible al mismo tiempo que utilizan el habla. Además, los autores recuerdan que el síndrome de Asperger es una condición compleja que no se limita al uso social del lenguaje o a la comunicación pragmática.

De todas formas, estos autores reconocen que muchos niños con trastorno semántico-pragmático del lenguaje también satisfacen los criterios diagnósticos para el síndrome de Asperger, y que los que no lo hacen, muestran problemas sociales similares a los que sufren los niños con un trastorno del espectro autista.

El diagnóstico puede determinar la intervención

Martin Borreguero anota que este asunto del diagnóstico es importante porque tiene implicaciones en el tratamiento. Así, si el niño recibe un diagnóstico relativo al lenguaje, la intervención va a tender a dirigirse al logro de un uso adecuado del mismo, para a partir de este, mejorar las competencias sociales. En cambio, cuando el diagnóstico incide sobre el déficit social, la intervención se centrará no solo en las competencias del niño, sino también en la reestructuración del ambiente, para facilitar su integración social.

Referencia

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 141-142.

Referencias consignadas originalmente por la autora

Bishop, D.V.M. y Narbury, C.F. (2002): "Exploring the Borderlands of Autistic Disorder and Specific Impairment: a Study Using Standardised Instruments", Journal of Child Psychology and Psychiatry, 43, 917-931.

Gagnon, L., Mottron, L. y Joanette, Y. (1997): "Questioning the Validity of the Semantic-Pragmatic Syndrome Diagnosis", Autism, 1, 37-57.

Rapin, I. y Allen, D. (1983): "Developmental Languaje Disorders: Nosologic Considerations". En U. Kirk (ed.), Neuropsychology of Languaje, Reading and Spelling (páginas 155-183). Londres: Academic Press.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

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10 jun 2016

Trastorno de la personalidad esquizoide y síndrome de Asperger

«Según la definición propuesta por la Asociación Psiquiátrica Americana (1994), el trastorno de la personalidad esquizoide se caracteriza por un déficit generalizado y severo de la capacidad de un individuo para establecer y mantener relaciones interpersonales. El déficit social se exhibe particularmente en la capacidad disminuida del joven para relacionarse socialmente con otros, así como en la restringida gama de pautas expresivas y respuestas emocionales manifestadas. Asimismo, es característico del joven experimentar un sentimiento de malestar a la hora de participar en situaciones de interacción social.

Sin lugar a dudas, las alteraciones conductuales descritas presentan una similitud sorprendente con los síntomas asociados al síndrome de Asperger. Dada dicha afinidad, ¿es posible llevar a cabo un proceso de diagnóstico diferencial entre ambas condiciones clínicas? ¿Es el concepto diagnóstico del trastorno de la personalidad esquizoide de una utilidad clínica superior al término del síndrome de Asperger?

(...)

En la actualidad, si bien la controversia sobre la validez de la diferenciación entre la personalidad esquizoide y el síndrome de Asperger todavía persiste, Wolff (2000) ha sugerido la posibilidad de que la personalidad esquizoide se sitúe en un extremo del espectro autista donde se mezclaría con las variaciones normales de la personalidad. El niño esquizoide presentaría un cuadro sintomático cualitativamente similar al del niño con el síndrome de Asperger, pero de menor severidad, por lo que el pronóstico sería significativamente más positivo, en lo que se refiere a la independencia, la probabilidad de matrimonio y éxito del individuo en el mercado laboral.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 138-140.

Referencias consignada por la autora

American Psychiatric Association (1994): Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM-IV) (4a ed.). Washington DC: Author.

Wolff, S. (2000): "Schizoid Personality in Childhood and Asperger Syndrome". En A.Klin, F.R.Volkmar y S.S.Sparrow (eds.), Asperger Syndrome (págs. 278 - 305). Nueva York: Guilford Press.

8 jun 2016

Trastornos que podrían ser el mismo síndrome de Asperger con distinto nombre

«De todos estos trastornos relacionados, es muy probable, aunque todavía no empíricamente demostrado, que algunos de ellos constituyan meros conceptos alternativos y descriptivos del cuadro sintomático del síndrome de Asperger bajo un término diagnóstico dispar. Nos referimos particularmente a entidades clínicas como el trastorno semántico y pragmático del lenguaje, el trastorno de la personalidad esquizoide, y el trastorno del aprendizaje no-verbal o trastorno del hemisferio cerebral derecho. Otros trastornos, sin embargo, constituyen con certeza patologías clínicas genuinamente independientes que, o bien comparten varios de los síntomas asociados al del cuadro del síndrome de Asperger, o bien se manifiestan como condiciones comórbidas y asociadas al síndrome. Aquí nos referimos en particular al trastorno obsesivo-compulsivo, la esquizofrenia, la depresión, el trastorno de la atención e hipercinético y el trastorno de la Tourette.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 136, 137.

24 may 2016

Síndrome de Asperger y conducta delictiva


«(...) la existencia del término del síndrome de Asperger también ha proporcionado un nuevo marco de referencia que facilita la comprensión de las alteraciones conductuales y la planificación del tratamiento de ciertos individuos en el área de la psiquiatría forense (Mawson, Grounds y Tantam, 1985). Es un hecho aceptado que un número reducido de individuos con el síndrome de Asperger pueden delinquir y cometer delitos graves los cuales pueden estar estrechamente relacionados con el trastorno social, rigidez mental y tendencias obsesivas y ritualísticas (por ejemplo, el intentar leer un valioso libro de historia protegido por una sólida vitrina en el Museo Británico, o intentar arrancar y conducir un tren, atacar a un niño que llora para que cese el ruido, robar un teléfono móvil con el fin de añadirlo a la colección, etc.). Sin un modelo explicativo adecuado, el tratamiento de la conducta delictiva de estos individuos puede resultar muy difícil.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 131.

Referencia consignada por la autora

Mawson, D., Grounds, A. y Tantam, D. (1985): "Violence and Asperger's Syndrome: A Case Study", British Journal of Psychiatry, 147, 566-569.

17 may 2016

Síndrome de Asperger y Autismo: curso de desarrollo, pronóstico y respuesta al tratamiento

«Los datos con que contamos con respecto al curso de desarrollo, pronóstico y tratamiento del síndrome de Asperger son bastante limitados en tanto que proceden principalmente de informes clínicos aislados. Es un hecho que sólo algunos datos empíricos acerca de estas variables han sido derivados de estudios comparativos de investigación.

No obstante, y a pesar de las limitaciones, los datos sugieren la existencia de algunas diferencias con respecto al curso de desarrollo y pronóstico de ambas condiciones clínicas.

A este respecto, los autistas inteligentes tienden a pasar periodos más largos en colegios de educación especial, lo que sugiere la presencia de difunciones cognitivas específicas y, sin duda, más severas (Ozonoff y otros, 2000; Szatmari, Bartolucci, Bremner, Bond y Rich, 1989). En contraste, los individuos afectados por el síndrome de Asperger tienden a alcanzar logros académicos más avanzados. Esta preparación académica, junto con un desarrollo más avanzado de las habilidades de autosuficiencia, sugiere que las posibilidades de independencia en la sociedad para un joven son el síndrome de Asperger pueden ser superiores  a las de los individuos autistas (Gillberg, 1998). En este sentido se han documentado una variedad de casos de jóvenes con el síndrome de Asperger que han llegado a conseguir trabajos remunerados, establecer relaciones estables y casarse (Tantam, 1991b). Es posible que el desarrollo avanzado de sus habilidades linguísticas les aporte ventajas considerables con relación a sus resultados académicos (probablemente por la dependencia de éstos de procesos verbales), la entrada en la universidad y el desarrollo de relaciones sociales.

Sin embargo, otros profesionales clínicos (Wing, 1981; Tantam, 1991a) han valorado el pronóstico de los individuos con el síndrome de Asperger de una forma menos positiva. Estos clínicos han proporcionado evidencia empírica sobre las dificultades graves que la persona afectada experimenta con respecto a su adaptación e integración en la sociedad, y en consecuencia con la viabilidad de una vida independiente.

Con respecto al tratamiento de las patologías, se debe destacar la falta de trabajos de investigación sistemática que hayan estudiado las diferencias existentes con respecto a la eficacia de un mismo tratamiento para los individuos con síndrome de Asperger y los autistas de alto funcionamiento. Sobre la base de que las personas con síndrome de Asperger muestran motivación intrínseca hacia el contacto social, Volkmar y Klin han argumentado que los programas de entrenamiento en habilidades sociales podrían tener unos efectos más favorables para éstos que para los individuos autistas, más aislados socialmente.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 129.

Referencias consignadas por la autora

Ozonoff S., South M. y Miller J. (2000): "DSM-IV defined Asperger syndrome: cognitive, behavioural and early history differentiation from high-functioning autism", Autism, 4, 29 - 46.

Szatmari P., Bartolucci G., Bremner R.S., Bond S. y Rich S. (1989): "A follow-up study of high-functioning autistic children", Journal of Austism and Developmental Disorders, 19, 213 - 226.

Gillberg C. (1998): "Asperger syndrome and high-functioning autism", British Journal of Psychiatry, 172, 200 - 209.

Tantam D. (1991b): "Problems of diagnosis", Paper presented at study weekend on "Asperger Syndrome". The Inge Wakehurst Trust.

Wing L. (1981): "Asperger´s syndrome: a clinical account", Psychological Medicine, 11, 115 - 129.

Tantam D. (1991a): "Asperger´s syndrome ih adulthood". En U. Frith (ed.), Autism and Asperger Syndrome (págs. 147 - 183). Cambridge: Cambridge University Press.

10 may 2016

El síndrome de Asperger y la función ejecutiva


«Otra línea de investigación diferente en el ámbito de la neuropsicología, es la evaluación del funcionamiento de los individuos con Asperger y autismo en el área conocida como "función ejecutiva".

La "función ejecutiva" ha sido definida como un constructo cognitivo que describe los trastornos encontrados en pacientes con lesiones focales en los lóbulos frontales. Este constructo es fundamental para la ejecución de conductas complejas y abarca habilidades que van desde la capacidad de planificación, la flexibilidad mental y la inhibición de conductas hasta la representación mental de las tareas o objetivos (Pennington y Ozonoff, 1996).

En general, los datos procedentes de esta área de investigación han proporcionado evidencia que sugiere la existencia de un déficit severo en la función ejecutiva tanto de los sujetos autistas como en los sujetos con el síndrome de Asperger, de lo que se concluye que las dificultades de planificación de las tareas, la visualización de objetos y la flexibilidad mental parecen ser alteraciones primarias y nucleares de las dos entidades clínicas. (Ozonoff, Rogers y Pennington, 1991; Pennington y Rogers 1991; Szatmari y otros, 1990.)»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Página 128.

Referencias consignadas por la autora

Pennington B.F., y Ozonoff S., (1996): "Executive functions and developmental psychopathologies", Journal of Child Psychology and Psychiatry, 37, 51 - 87.

Ozonoff S., Rogers S.J. y Pennington B.F. (1991): "Asperger´s syndrome: evidence of an empirical distinction fron hogh-functioning austism", Journal of Child Psychology and Psychiatry, 32, 1107- 1122.

Szatmari P., Tuff L., Finlayson M.A.J. y Bartolucci G. (1990): "Asperger´s syndrome and autism: Neurocognitive aspects", Journal of tne American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 29, 130 - 136.

7 may 2016

Etiología del síndrome de Asperger y del autismo


«En la actualidad, la implicación de factores genéticos en la etiología del autismo es un hecho ampliamente aceptado. En efecto, durante las últimas tres décadas se han venido acumulando datos empíricos procedentes, por un lado, de los estudios llevados a cabo con gemelos, y en los que se ha encontrado una mayor concordancia de autismo en los hermanos monocigóticos (Folstein y Rutter, 1977; Bailey, Le Couteur, Gottesman, Bolton, Simonoff, Yuzda y Rutter, 1995). Por otro lado, los datos aportados por los estudios de familia han mostrado una incidencia del autismo superior a la esperada en los familiares de niños autistas (Bolton, Macdonald, Picles, Rios, Goode, Crowson, Bailey y Rutter, 1994), y han venido a reforzar el importante papel de los factores genéticos en la patogénesis del autismo.

Tal y como Volkmar, Klim y Pauls (1998) han sugerido, dada la relación entre el síndrome de Asperger y el autismo desde una perspectiva fenomenológica, es posible que los mecanismos genéticos subyacentes al cuadro sintomático del autismo sean también los responsables de la patología subyacente al síndrome de Asperger, aunque expresados en un grado menos severo que en el autismo.

A este respecto, el hecho de que la incidencia del síndrome de Asperger en los familiares de los sujetos autistas es superior a la incidencia esperada en la población en general, también parece reforzar la idea de un vínculo genético entre la dos condiciones clínicas (véase Folstein y Santangelo, 2000, para una revisión de estos estudios).

Con todo, la relación o vínculo genético entre ambas condiciones clínicas no ha sido establecida todavía de una forma conclusiva al existir cierta evidencia empírica, si bien ésta es muy limitada, que sugiere la existencia de diferencias con respecto a los mecanismos etiológicos causales de ambas patologías. Fundamentalmente, datos procedentes de informes individuales sobre casos clínicos (Burgoine y Wing, 1983; Gillberg, 1991b) y de algún otro estudio clínico (De Long y Dwyer, 1988; Gillberg, 1989) sugieren la importancia de la transmisión familiar en la etiología del síndrome de Asperger.

A este respecto, Gillberg (1988) ha sugerido la posibilidad de que el síndrome de Asperger pudiese ser un trastorno predominantemente genético mientras que el autismo de funcionamiento alto pudiese ser bien un trastorno genético con un patrón de herencia diferente al del síndrome de Asperger, o bien un trastorno causado por daño cerebral en el individuo. Esta propuesta parece haber sido reforzada, por un lado, por las observaciones de la existencia de una incidencia más alta de alteraciones sociales entre los familiares de los individuos afectados con el síndrome de Asperger que entre los familiares de los individuos con autismo (Gillberg, 1989). Por otro lado, por la existencia de una incidencia alta del trastorno de la personalidad esquizoide en los padres con un hijo diagnosticado con el mismo trastorno de personalidad (Wolff, 1991) y que, como se expondrá en el siguiente capítulo, es considerado por una alta proporción de profesionales afín (o la misma condición) al síndrome de Asperger.

En síntesis, se puede concluir que hasta ahora, los estudios de investigación han fracasado en encontrar mecanismos genéticos específicos y únicos subyacentes a las condiciones clínicas del autismo y el síndrome de Asperger. Como Volkmar y Klin (2000) han puesto de relieve, si bien los datos con los que contamos hasta ahora son escasos y muy limitados, ya que proceden generalmente de informes clínicos sobre casos individuales o de estudios preliminares, sí parecen indicar una implicación de mecanismos causales genéticos en la etiología del síndrome de Asperger con una probabilidad alta de vínculos genéticos con la condición del autismo.

Sin embargo, dada la precariedad de la base empírica, es imposible establecer conclusiones definitivas con relación al tema de la validez del síndrome de Asperger. Si bien esto no implica la ausencia de diferencias etiológicas entre ambas condiciones clínicas, subraya las limitaciones del estado actual de nuestra metodología en cuanto a la posibilidad de proporcionar respuestas inequívocas.»

Martín Borreguero, Pilar (2004). El síndrome de Asperger. ¿Excentricidad o discapacidad social? Madrid, España: Alianza Editorial. Páginas 124 - 126.

Referencias consignadas por la autora

Bailey, A., Le Couteur, A., Gottesman, I, Bolton, P., Simonoff, E., Yuzda, E., y Rutter, M. (1995): "Autism as a strongly genetic disorder: Evidence fron British twin study", Psychological Medicine, 25, 63 - 77.

Bolton, P., Macdonald, H., Picles, A., Rios, P., Goode, S., Crowson, M., Bailey, A., y Rutter, M. (1994): " A case-control family history study of autism", Journal of Chirld Psychology and Psychiatry, 35, 877-900.

Burgoine, E. y Wing, L. (1983): "Identical triplets with Asperger´s Syndrome", British Journal of Psychiatry, 143, 261 - 265.

De Long, R. y Dwyer, J.T. (1988): "Correlation of family history with specific autistic sobgroups: Asperger´s síndrome and bipolar affective disease", Journal of Autism and Developmental Disorders, 18, 593 - 600.

Folstein, S. y Rutter, M. (1977): "Infantile autism: A genetic study of 21 twin pairs", Journal of Chirld Psychology and Psychiatry, 18, 297 - 321.

Folstein, S. y Santangelo, S.L. (2000): "Does Asperger síndrome Aggregate in Families?" En A. Klin, F.R. Volkmar y S.S. Sparrow (eds.), Asperger Syndrome (págs. 159 - 171). Nueva York: Guildford Press.

Gillberg, C. (1988): "Asperger síndrome and high-functioning autism", British Journal of Psychiatry, 172, 200 - 209.

Gillberg, C. (1989): "Asperger Syndrome in 23 Swedish children", Developmental Medicine and Child Neurology, 31, 520 - 531.

Gillberg, C (1991b): " Outcome in autism and autistic-like conditions", Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry, 30, 375 - 382.

Volkmar, F. R., Klin, A., y Pauls, D. (1998): "Nosological and Genetic Aspects of Asperger Syndrome", Journal of Autism and Developmental Disorders, 28, 457 - 463.