Teoría y Técnica

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17 ago 2016

La fase femenina


«Los impulsos agresivos -pregenitales- se expresan, desde el comienzo de la vida, a través de fantasías inconcientes que están dirigidas hacia el cuerpo de la madre. Este es un primer espacio que puede ser diferenciado en forma primitiva por el bebé y representa para él el mundo externo. El niño tiene deseos de penetrar en dicho cuerpo y atacarlo sádicamente. En la fantasía infantil sus contenidos son destruidos originando la ansiedad más profunda tanto para la niña como para el varón. Klein designa con el nombre de fase femenina esta etapa, por la que atraviesan en su desarrollo todos los bebés. Tanto la ansiedad de castración en el varón como la amenaza de pérdida de amor en la mujer son derivados secundarios de la ansiedad persecutoria proveniente de la fase femenina. Cambia, por lo tanto, la idea de Freud de que el conflicto edípico (tardío) y la ansiedad de castración son el complejo modular de las neurosis. Al suponer Klein que en la fase femenina la curiosidad sexual está mezclada con el sadismo como contenido primario, varía la concepción freudiana de que la curiosidad está movida principalmente por los deseos libidinales y el principio del placer. El niño quisiera penetrar en el cuerpo materno para ver sus contenidos (imagina que hay heces, bebés y penes) y a la vez quiere apropiarse de ellos, robarlos y destruirlos. Estos impulsos están motivados tanto por el deseo de conocer (impulso epistemofílico) como por los celos destructivos, y son al mismo tiempo la expresión directa de pulsiones agresivas hacia la escena primaria parental. Más adelante en el pensamiento kleiniano, estas ideas se fundamentarán en la envidia primaria. La consecuencia de dichas fantasías será, si se proyecta al exterior, una angustia persecutoria intensa como amenaza de destrucción física, emocional y sexual. Proviene también del temor de ser castigado en forma retaliativa por sus impulsos sádicos. El nombre de fase femenina alude a que Klein considera que se produce una identificación con el cuerpo femenino atacado, tanto en la niña como en el varón. Es el primer paso que lleva al desarrollo de un complejo de Edipo directo e invertido en ambos sexos. La mayor o menor ansiedad persecutoria de esta etapa define que el desarrollo posterior sea normal o patológico.»

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 102, 103.

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