Teoría y Técnica

Teoría y Técnica

2 sept 2016

El complejo de Edipo según Melanie Klein

 
Diferencias con la concepción freudiana

En primer lugar, Melanie Klein ubica el inicio de esta configuración en los primeros meses de vida del niño. Un segundo aspecto diferencial tiene que ver con el hecho de que Klein considera al complejo de Edipo como el organizador de las pulsiones genitales durante todo el desarrollo infantil, ampliando su duración y la cantidad de fenómenos relacionados.

Primera concepción

Klein describe cómo el bebé desea entrar en el pecho y en el cuerpo de la madre para morder, destruir, ensuciar y/o robar su contenido (fase femenina), generando ansiedades persecutorias como consecuencia. Para calmarlas, el niño buscaría incorporar el pene paterno, un objeto nuevo que podría amortiguar la ansiedad que genera la relación diádica con la madre, además de calmar la frustración oral provocada por esta. De esta manera el niño ingresaría en la tríada edípica.

Con respecto a la escena primaria, las fantasías dependerían del tipo de ansiedad predominante. Por ejemplo, el coito parental sería fantaseado como un intercambio de alimentos si la ansiedad es predominantemente oral, o como actos excretorios si es anal. A todo esto se sumarían deseos agresivos y libidinales, así como cambios entre un Edipo positivo y un Edipo negativo. En el desarrollo normal, el resultado final tendría que llevar a una elección heterosexual sustentada en pulsiones genitales.

Segunda concepción

En 1945 Klein acomoda este concepto al desarrollo de la teoría de las posiciones, de tal manera que ya no serían las frustraciones orales ni los impulsos relacionados con la fase femenina los que desencadenarían el deseo edípico, sino más bien el ingreso a la posición depresiva, en donde los sentimientos de amor hacia los padres impulsan al niño a la búsqueda de nuevos objetos.

En esta concepción, el complejo se resuelve en la medida en que predomina el amor por los padres y el deseo de mantenerlos juntos e indemnes. Esto llevaría a la renuncia del deseo edípico y al control de los impulsos agresivos. A diferencia de la concepción freudiana, el complejo no se resuelve por imposición cultural, ni por la amenaza de castración, ni por la ley, sino por la lucha interna entre los impulsos agresivos y de amor hacia los padres.

Referencia

Bleichmar, Norberto y Leiberman, Celia (1997). El psicoanálisis después de Freud. México D.F., México: Paidos. Páginas 107 - 109.


Diego Fernández Castillo
Psicólogo – psicoterapeuta
Colegio de Psicólogos del Perú 19495

diego.fernandezc@pucp.edu.pe

No hay comentarios:

Publicar un comentario